Capítulo 3

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Hermione lo miró confundida. ¿No sería...? De pronto los labios de Draco estaban contra los suyos, sus manos en su espalda apretándola contra él y su lengua entrelazándose con la suya... tardó unos instantes en comprender la situación.

Puso las manos en el pecho de Draco y lo apartó de un empujón...

— ¿Qué haces? — preguntó pasándose la mano por la boca.

— Terminar lo que tú empezaste.

— Yo no empecé nada, simplemente saludé a mi nuevo vecino. Y ahora, si no te importa, me gustaría vestirme...

— Me importa.

— Me da igual. Bye cariño.

— Eso no quedará así — le advirtió él.

— Claro que no, pero ya hablaremos. Hasta mañana, cielo.

Hermione lo empujó hasta la puerta y luego la cerró, apoyándose contra ella y soltando un suspiro. Se agachó y recogió el cepillo de dientes que había dejado caer inconscientemente. No había planeado que él respondiera así, pero acababa de comprobar que lo podía controlar y el plan seguía adelante.

Draco cerró con un portazo la puerta de su casa, haciendo que todo resonara. Estaba furioso y frustrado. Se había quedado sin sexo. Ahora no tenía a la rubia, esta no lo había llegado a excitar. pero la castaña... la castaña lo acababa de dejar tirado, pero eso no iba a quedar así, ella acabaría en su cama.

Ya se cobraría el que lo hubiera dejado en semejante estado, ahora lo que necesitaba urgentemente era una buena ducha de agua fría... muy fría, y luego dormir y relajarse.

Su segundo café en medio de la noche. Hermione no conseguía dormir. No conseguía quitarse la sensación de los labios de su vecino acariciando los suyos. Sus manos acariciándole la espalda...

— ¡Estoy totalmente loca! — gritó en medio del silencio.

Con un gruñido se metió de nuevo en la ducha. Necesitaba despejarse, y el baño era el mejor sitio, su paraíso...

Mientras se bañaba planeó el día siguiente: Tenía que tener a Draco vigilado, sobre todo si no quería que las mujeres se le acercaran.

Eso significaba seguirlo a todas partes.

Ella no tenía que trabajar, tenía dinero suficiente para vivir tres vidas. Así que no se tendría que distraer en el trabajo ni nada por el estilo. Podría dedicar su tiempo a fastidiar a Draco Malfoy... algo que iba a hacer encantada.

Eran las tantas cuando se durmió, pero el reloj marcaba las seis de la mañana cuando oyó la puerta de enfrente. De un salto se levantó del sofá y se asomó a la mirilla de la puerta.

¿Qué hacía tan temprano levantado Draco un sábado?

Iba en chándal y estaba mirando el reloj. Se disponía a ir a correr, eso le daba tiempo para ir duchándose y poder despejar la mente tranquila. No iría a ligar a las seis de la mañana principalmente porque la gente dormía.

No lo hacía todos los sábados, pero este le hacía falta. Necesitaba correr y despejarse, ya que la cama no le había servido de nada. No había podido pegar ojo.

Cada vez que los cerraba se imaginaba a cierta vecina en sus brazos rodando por la cama entrelazados... era mejor alejar esos pensamientos y si corría seguramente los podría alejar.

Dos horas más tardes Hermione estaba asomada en la ventana de su casa, mirando a la calle, pendiente de la vuelta de Draco. Estaba empezando a impacientarse cuando lo vio llegar. Estaba increíblemente atractivo, las mejillas coloradas, el pelo revuelto, el pecho agitado...

Jugando con fuego [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora