Capítulo 13

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Se pegó más contra él y a Draco le encantó sentirla junto a su cuerpo. Realmente estaba a gusto.

Vio como la mirada de la rubia iba de uno al otro con los ojos desmesuradamente abiertos.

— ¿No vas a presentarme a tu amiga? — preguntó la castaña.

La rubia sonrió.

— Claro, tesoro. Eh... — no se acordaba del nombre de la rubia.

— Astoria...

— Encantada Astoria — sonrió Hermione — Yo soy Hermione.

— Mi novia — terminó Draco.

— Oh...

Hermione se sentía extraña y cómoda, el estar pegada al cuerpo de Draco le gustaba demasiado. Quizás fuera mejor alejarse un poco de él. Antes de que no lo pudiera hacer.

Fue a incorporarse para ponerse derecha, pero el brazo de Draco que la rodeaba la detuvo contra aquel musculoso y cálido cuerpo masculino, y ella sonrió. La rubia los seguía mirando y Hermione no sabía muy bien que esperaba para irse. En cuanto se perdiera de vista ella haría lo mismo.

La rubia miró por encima de sus cabezas y sonrió.

— Perdonad — dijo — ya ha llegado a quien esperaba.

— Adiós — dijo una encantadora Hermione. En cambio Draco solo la miraba a ella, como si realmente fuera su novia, como si ella fuera su mundo.

Un nudo se alojó en la garganta de Hermione y su corazón palpitó con fuerza. Se sentía como una cría de quince años delante del tío más guapo del instituto.

Soltó el brazo que tenía alrededor de la cintura de Draco y se intentó incorporar.

— ¿Dónde vas tan rápido? — preguntó Draco.

— ¿Dónde crees que voy? — contestó ella a su vez.

— No muy lejos de mí.

— ¿No? ¿Qué te hace pensar que me quiero quedar cerca tuya?

— Lo noto, cariño. Te mueres por mis huesos.

Ella rió con ganas.

— ¡Vaya frase más beep! — se burló. Esperaba que él dijera algo, pero no lo hizo. En cambio si la pegó más contra él, colocándola de frente. Los ojos grises de Draco se clavaron en los cafés de ella y Hermione se sintió perdida. La boca se le secó y se humedeció los labios.

¿Dónde estaba el resto de la gente?

Se hizo el silencio.

Su respiración se agitó un poco, lo vio sonreír y le flaquearon las piernas. Draco la sujetó con fuerza de la cadera y la pegó contra su cuerpo.

Inclinó la cabeza poco a poco hacía ella y rozó sus labios contra los de Hermione suavemente, poco a poco, cada vez con más presión, hasta que sus bocas se unieron en un beso fogoso, ardiente.

Ella se aferró al cuello de aquel hombre que la estaba desquiciando y se pegó más contra él. Las manos de Draco recorrieron la espalda de la chica, de arriba hacia abajo, presionándola contra su cuerpo para que notara su excitación. Ella estuvo a punto de gemir, pero se contuvo.

El beso se hizo tierno y de pronto se acabó.

Parpadeó confusa. Y nuevamente sus ojos se encontraron.

— Draco... — comenzó ella sin estar muy segura de que quería pedir.

— Será mejor que vayamos a casa... — dijo él con una voz tremendamente sensual.

Jugando con fuego [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora