Capítulo 5

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Hermione estaba en su casa como un león enjaulado ¿Por qué se había ido del bar? ¡Maldita sea! No debería de haber salido corriendo. Primero porque no era propio de ella, y segundo porque lo había dejado solo, con la oportunidad de llevarse a alguien a la cama... ahora solo le quedaba esperar.

Y rogaba porque se la trajera a casa y no se fueran a otro lugar...

No tuvo que esperar mucho, un poco más de las diez de la noche, empezó a oír risas en el pasillo. Una risita ordinaria resonaba con fuerza, acompañada de una voz de hombre: su vecino.

Se apresuró a ponerse la bata de seda por encima del camisón, se revolvió un poco el cabello y metió bien los pies en las zapatillas. Dejó la puerta encajada y salió para llamar a la puerta de enfrente, la misma risita del pasillo se acercaba, estaba segura de que era la chica la que iba a abrir, y así fue. Una rubia alta, con largas piernas y ojos marrones, le abrió la puerta.

Ella ignorándola se adentró en la casa...

— Mi vida — murmuró — te echaba de menos — le dijo lanzándose a los brazos de Draco.

Sin dejarlo hablar lo besó. Ella notó como las manos de Draco se aferraron a ella, le acariciaban la espalda para ir bajando hacía sus nalgas, donde tras coronárselas la unió más a él, haciendo que no quedara espacio para el aire entre ellos. Cuando Hermione oyó cerrarse la puerta de golpe, se soltó de Draco, quien confundido se frotó los pelos.

Ella respiró hondo. Menos mal que la otra se había ido, el beso había ido intensificándose con demasiada rapidez, había podido sentir la erección de Draco contra su vientre.

— ¿Por qué hiciste eso? —preguntó con voz ronca.

— ¿El qué? — preguntó ella a su vez.

— ¡Entrar así en mi casa! ¡Besarme de esa forma! ¡Espantar a mi chica!

— Me dijiste que cuando quisiera divertirme que te buscara, y eso hice — le contestó ella sin darle importancia.

— Así, que te apetece divertirte...

— Me apetecía — contestó resaltando la palabra — me hablaste muy mal. Ahora me voy a casa.

— ¿Dónde te crees que vas? — preguntó Draco frustrado.

Ella lo ignoró y caminó hacía la puerta. Draco la vio alejarse de él, abrir la puerta de su casa y cerrarla. Él la siguió, aquello no se iba a quedar así. Justo cuando ella iba a empujar su puerta, él dio un tirón y se la cerró.

¡No, no, no y no, no podía ser!

Hermione se giró pálida, le había cerrado la puerta. ¿Ahora como beep se supone que iba a entrar...?

Draco la miró confundido. Ella había palidecido, el sonrojado de sus mejillas ya no estaba, ¿le habría hecho daño? ¿Cómo...? No, él apenas la había rozado.

— ¿Qué pasa? — preguntó confundido.

— ¡Maldito idiota! — gritó ella con ira, empujándolo, Draco sorprendido puso los brazos para protegerse de las manos de Hermione — ¡idiota! ¡Me cerraste la puerta! ¿Cómo se supone que voy a entrar ahora? ¿Eh? ¿Eh? Venga ¡explícame! — Draco seguía perplejo, él iba hacía atrás mientras Hermione iba dándole manotazos y no entendía el por qué — ¡es tu culpa que yo...!

De repente Draco la cogió de las muñecas y comenzó a andar con velocidad, haciéndola retroceder, hasta que ella quedó entre una pared y su pecho...

— ¿Mi culpa? — preguntó furioso — ¡no soy yo quien ha entrado tú casa para calentarte y después irme! Eres tú la que dejó la puerta encajada en vez de coger las llaves... — estaba enfadado, por palabra que decía acercaba su cara a la de ella, tenían las frentes pegadas, al igual que las narices — ¿Qué dices en tú defensa? — Hermione guardó silencio — eso es lo mejor que haces ¡callarte! Porque sabes que llevo razón.

Hermione abrió la boca para objetar, pero Draco la calló con un beso, ardiente y apasionado.

Y ella se dejo llevar...

Jugando con fuego [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora