Hermione estaba indignada y enfadada. Daba vueltas por su casa, sus manos acariciaban sus labios de vez en cuando sin poderlo evitar. El sabor de los labios de Draco aún la torturaba, el recuerdo de su lengua en su interior buscando y acariciando la suya.
Sus gruñidos.
Sus manos acariciándola.
¡Maldito fuera!
«Me gusta quemarme, cariño. Tú empezaste el juego. Me gustas y quien ríe el último ríe mejor. Esto solo acaba de empezar.»
Las palabras resonaban en su cabeza, sobre todo teniendo en cuenta lo sucedido después: ella había salido enfadada de la cafetería ya que se había dado cuenta de que eran el centro de atención de la cafetería, todas las miradas estaban en ellos.
Había intentado escapar hasta su casa, pero en el momento en el que iba a alcanzar la puerta, Draco la había agarrado del brazo, haciéndola girar en sus pies y sin darle tiempo a nada la había besado pegándola contra la pared. Sus manos le habían sujetado los brazos para que no se moviera, hasta que ella se había rendido bajo su fiera boca.
La había hecho perder el control, olvidarse de todo y de todos con ese beso brusco y apasionado.
Solo habían quedado ella y Draco... y mucho que sentir.
Hasta que el teléfono móvil de Draco había comenzado a sonar, rompiendo el encanto y devolviéndolos a la cruda realidad.
Ella había aprovechado el momento en el que Draco había contestado el teléfono para abrir la puerta de su casa y encerrarse en ella, escapando.
«Cobarde» Se reprendió.
Si, podría llamarse así si quería, pero en ese momento no le importaba. Estaba demasiado nerviosa, su cuerpo estaba demasiado vivo y no se fiaba de sí misma.
Poco después escuchó el timbre y supo quien era el que llamaba Draco. Pero ella se había escondido, había guardado silencio y no había abierto la puerta:
No se atrevía.
Tenía que aclararse antes.
Tenía que solucionar todo aquel embrollo.
Y no tenía idea de cómo hacerlo.
Tumbado en la cama, Draco miraba el tiempo pasar... cuando había entrado a su casa, después de aporrear la puerta de Hermione sin éxito. Se había tirado sobre el colchón sin tan siquiera quitarse los zapatos, aunque una ducha de agua fría no le vendría mal, nada mal.Tener cerca de aquella fogosa castaña no le hacía nadada bien. El simple hecho de tenerla cerca hacía que su cuerpo ardiera de deseo. Y eso lo iba a torturar durante un tiempo:
Pensaba cumplir su promesa.
La iba a perseguir, la iba a joder con todo el significado de la palabra. Si ella lo molestaba él la molestaría. No había más nada que decir o hacer.
Simplemente actuar.
Aunque cierta duda se alojaba en su cabeza. ¿Cómo y de donde había sacado la idea de que le había roto el corazón a su amiga? ¡Si ni siquiera sabía quién era! Es más... él no había mantenido una relación seria desde... no recordaba haber mantenido una relación sería en su vida.
Tal vez a la edad de catorce años, quince, cuando las mujeres no querían compromisos muy serios. Claro, que a más edad ya empezaban a soltar tonterías relacionadas con el matrimonio, con vivir juntos, que si dejar el cepillo de dientes...
Ninguna entendía que él quería su espacio y su vida.
Y ahora todo era un caos, aquella mujer se había entrometido en su vida, y en su cama, y había salido de ésta igual de rápido que había entrado. Para colmo no quería ni tenerlo cerca, aunque no podía ocultar que sus caricias la derretían y mucho.
Y a él le encantaba acariciarla...
— ¡Mierda! — farfulló incorporándose. Tendría que hacer algo. Aquel efecto no era normal, tan solo bastaba que cerrara los ojos para que a su mente acudiera aquella cara llena de deseo, aquella boca rosada entreabierta emitiendo gemidos y pidiendo más. El calor inundaba su cuerpo y él no sabía detenerlo.
Se tendría que dar muchas duchas de agua fría hasta que consiguiera que ella lo dejara en paz.
— Y esta será la primera... — dijo desnudándose.
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Jugando con fuego [Dramione]
FanfictionCuando Draco Malfoy abrió la puerta no pudo evitar fijarse en los increíbles ojos, la sensual boca, y el maravilloso cuerpo de su visitante. Tampoco pudo evitar ver... ¡que estaba loca! Su nueva vecina, una excitante castaña, lo acusaba de destrozar...