Capítulo 27

1.6K 129 34
                                    


— He pensado que podemos comenzar una relación seria. Ser novios.

¿Por qué leches pensaba? No debería de pensar tanto.

Draco notó la tensión sobre el cuerpo de Hermione. Sabía que no le iba a hacer mucha gracia, pero necesitaba decírselo, era un planteamiento.

— No sé que decir... yo... tengo que pensarlo.

— No te preocupes, cariño. Tómate tu tiempo.

Después de aquella declaración buscó su boca y la besó, mientras la acariciaba y desnudaba hasta acabar en la cama.

Y ahora era otro día, tenía tiempo para pensar y nada le sentaba bien. Tendría que hablar con Luna. Había que aclarar las cosas. Tendría que hablar con los dos. Se iría lejos.

No, antes lo solucionaría todo.

Había quedado con Luna aquella tarde y haría que Draco la acompañara. Haría que se solucionasen las cosas y luego... se vería que pasase.

Descolgó de nuevo el teléfono y marcó.

— Hola, cariño — contestó la sensual voz de Draco.

— Hola... — fue un tenue susurro que lo asustó. Aquello no le gustaba nada.

— Draco... eh...

— ¿Qué pasa Hermione?

¿Por qué tenía ganas de llorar? Aquello era inaudito. Respiró y habló.

— ¿Puedes pasar a recogerme a las seis? Me gustaría que fuéramos a un lugar.

Silencio.

— Está bien. A las seis abajo.

— Gracias. Adiós.

— Adiós.

El resto del día fue tenso para los dos. Hermione recogió y limpio su casa, luchando contra todo aquel sentimiento que la inundaba. Quería perderse, que el mundo la tragara, quería llorar y deprimirse sola. Y no entendía el por qué.

Amor.

Maldito fuera.

A las cinco se metió en el baño y comenzó a arreglarse, tomándose primero una ducha y luego todo el tiempo del mundo.

Draco condujo despacio al salir de la oficina... un nudo se alojaba en su estómago. Algo le pasaba a Hermione y por lo que presentía no era nada bueno.

Quizás se hubiera pasado haciéndole la proposición la noche anterior. No, no se había pasado. Él jamás le había pedido eso a nadie y se lo había pensado mucho. Ella era especial y la quería como algo más que una amante.

Era extraño, parecía el mundo al revés. Normalmente las cosas eran al contrarío: Él huía, mientras ellas querían un novio.

Curioso.

Llegó y aparcó a las seis menos cinco. Hermione ya estaba allí. En silencio se acercó al coche y se montó.

Ni un beso. Ni una mirada. Nada.

Malo.

— ¿Dónde vamos? — preguntó él.

— A... — ella le indicó el lugar donde había quedado con su amiga. El corazón le latía con demasiada fuerza. ¿Por qué tanto miedo? ¿Por qué tener temor?

En poco tiempo llegaron. Eran las seis y poco y había quedado con Luna a las seis y media. Bajaron del coche sin ceremonias y ella caminó por delante.

Él la sujetó por el brazo y la giró.

— ¿Qué pasa, Hermione?

— Nada — susurró ella.

— No me puedes engañar. He aprendido a conocerte.

Sus ojos vacilaron y le escocieron. Bajó la mirada.

— Draco yo...

— Ya se. Espera, me lo veo venir. Me traes a un lugar bonito. Me vas a decir que no confías en mí, que no quieres nada serio conmigo. Que se acabó. Bla... bla... bla...

— No. Draco yo...

— ¡Hermione! — la voz de Luna los interrumpió. Ella se giró. Miró a Luna, su mejor amiga y luego miró a Draco... su amor.

— ¡Luna, prima! — Hermione abrió los ojos. Miró a su amiga, quien tragaba saliva — que de tiempo enana — dijo con una enorme sonrisa y corrió a abrazarla.

— Hola Draco — contestó una voz apagada, correspondiente a su amiga.

¿Primos? ¿Cómo? Algo fallaba.

— ¿Cómo que primos? — preguntó Hermione en un gemido.

Jugando con fuego [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora