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TaeHyung estiró un poco su cuerpo, sintiendo la luz del sol pegar en su rostro, arrugo un poco el ceño por tal intromisión, palpó la cama a su lado, encontrando que estaba solo. JungKook no estaba a su lado, poco a poco se fue levantando, buscando con la mirada somnolienta la precencia del pelinegro, supo de inmediato que no estaba en la habitación, escuchaba el sonido de música clásica sonar en alguna parte. Con suma pereza se fue levantando y camino hacia el pasillo, en el estudio que estaba unos metros delante de él lo vio, JungKook estaba parado con un pincel el la mano, tallando en un lienzo más de algo, se veía muy concentrado, casi sumergido en que el retrato de un león se viera perfecto con los colores que ponía en ello, TaeHyung no quiso interrumpirlo pero aún así lo hizo cuando camino de puntitas hasta abrazarlo por la espalda, el menor no pareció sorprendido ya que solo rió.— ¿Dormiste bien? —pregunto mientras seguía trabajando en el cuadro.

—¿Cuanto dormí?. —pregunto también, restregando un poco su rostro en la espalda del pelinegro.

—Como cuatro horas, ya son las tres de la tarde así que, supongo que dormiste bien.

—Tu cama es cómoda. —respondio con diversión, el menor rió roncamente, ambos entendiendo a lo que se refería con que su cama era cómoda.— Tengo hambre, ¿Qué hay para comer?.

—Hamburguesas, te deje dos en el microondas, ve, enseguida voy. —contesto con amabilidad, el peligris respiro el aroma de la colonia de JungKook, dispuesto a ir a buscar su almuerzo, pero se detuvo, a admirar las maravillosas pinturas del pelinegro, una en peculiar, eran conejos manchados de tinta roja callendo de lo que parecía ser un riachuelo, le estremeció ver tal obra.— Tétrica ¿Verdad?. —comento el menor, quien dejó de pintar, ambos veían el cuadro.

—¿Por qué?. —pregunto curioso, se acercó hasta tomar el cuadro, le trasmitía la sensación de misterio y miedo al solo verla, ya que de cerca se notaban que los conejos tenían un poco de parecido al rostro de una persona y que sólo fueron maquillados para que se vieran como ese animal. TaeHyung observó la mirada sería que JungKook le daba al dibujo, el menor se encogió de hombros a la vez que sonreía con gracia.

—Odio los conejos. —había dicho— tengo un vago recuerdo de ellos, no estoy muy seguro pero creo que tenía cuatro o cinco años. El hombre que era mi padre nos hizo cazar un conejo para la cena, me dio asco ver al animal ser asesinado, sus tripas, la sangre sus chillidos... —hizo una mueca de asco—, su sabor, maldita sea, todo de él me dio asco y repulsión. —sacudio la cabeza sacando de sus pensamientos los recuerdos amargos— En fin, desde esa vez supe que esos animales por más tiernos que se vean, por más inocentes y pulcros. No me gustaban. —respondio, dejando por varios segundo callado al mayor, solo miraba el dibujo, y miraba de soslayo el rostro calmado del menor. Prefirió no decir algo al respecto, solo dejo el dibujo en el mismo sitio, le dio un beso cariñoso a JungKook y después camino a la cocina en busca de que comer.

Por otro lado, JungKook siguió viendo el dibujo, que hace ya un par de años había hecho, miro por la puerta como TaeHyung comía tranquilamente.— Maldito conejo. —susurro, sonriendo nuevamente, tenía una sorpresa para el peligris, una muy bonita y tierna sorpresa. Casi como un niño emocionado el pelinegro busco en su pequeño estudio el cuadro que desde ya hace días había empezado y justamente ayer por la noche termino. Lo escondió detrás de él, al igual que lo hizo con un pequeño osito de tigre y lo que era una caja de joyas.— Mi hermoso chico~. —canturreo hasta llegar a donde estaba TaeHyung.

—No más sexo por hoy. —rió el otro, pero JungKook rodó los ojos.

—Vamos, no siempre pienso en eso. —bromeo— Ven aquí, tengo una sorpresa para ti.

—¿Qué es?. —pregunto dando saltos de emoción. JungKook rió con amor, saco de primero el peluche de tigre, TaeHyung río tomando al peluche en sus manos— Es muy lindo. —confeso, iba a darle un beso, pero JungKook saco una caja pequeña, sin decirle nada solo esperaba a que el mayor la tomara, lo cual hizo, abriéndola con lentitud.— Wow. —expreso, al ver el pendiente de plata, con forma de cruz. Era precioso— Mi amor, no debiste comprar algo así, debió costar mucho. —el menor negó, acortando la distancia entre ambos. Y le extendió el último regalo, un cuadro— ¿Soy... soy yo? —estaba atónito, miro a JungKook después vio el cuadro, no había duda alguna era un retrato de él, dibujado con demasiada pasión, cuidando cada detalle, los colores que uso para plasmar su rostro, en como logro unirlos todos, dando así la forma de un rostro. No cualquier rostro era el de él— Es hermoso. —sus ojos se aguarón, no sabía que responder al principio.— Yo, yo no te traje nada. —se sintió mal, se notaba cuanto se había esforzado el menor.

—Eso no importa, con que estés aquí es suficiente. —dijo sincero— Pero ahora, solo quiero que me respondas algo, con un sí o un no. —su tono de voz cambio a escucharse más serio y decidido— Kim TaeHyung, ¿Quieres ser mi novio?. —el peligris abrió y cerró la boca sin que alguna palabra saliera de él. Eso era lo que él le había pedido al menor, que le pidiera ser novios de una manera cursi y muy hermosa y así estaba Jeon JungKook, cumpliendo su deseo.

Sonrió, tan grande, una bonita sonrisa simétrica, asintió cuando las lágrimas empezaron a caer.— Sí JungKook, sí quiero ser tu novio. —no faltaba más, el menor se abalanzo a sus brazos, sosteniéndolo tan fuertemente, no queriendo soltarlo.

—Gracias, gracias. Aunque no lo creas estaba a punto de hacerme en los pantalones. —ese era su novio. Un tonto que decía las cosas más estúpidas arruinando el momento.— Te amo, te amo.

—Yo También te amo. —esa tarde y noche y lo que resto de la mañana siguiente solo existieron ellos dos. Nadie más, solo dos sujetos amándose incondicionalmente bajo cualquier circunstancia, solo existieron JungKook y TaeHyung. En esas cuatro paredes donde se amaron las veces que pudieron.

Porque ya después vendría la verdad, una que nadie podía evitar que saliera a la luz.

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The ℛabbit Killer. © |KookTae| #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora