1 años atrás.
-Te dije que si me traicionabas las ibas a pagar muy caro. –dice apuntándole a la mujer que amó aún más que la primera. Traga grueso evitando que su voz salga entrecortada, con dolor en su alma y tragándose las lágrimas acumuladas en sus ojos, no se notaba por la lluvia.
-Sólo fingía. –dice ella apuntándole igualmente a él. –Fingí para ganarme tú confianza y así poder acabar con todo eso...
-¡Te confíe mi vida y mi amor! –ella empapada lo mira con dolor. Era él a quien verdaderamente amaba, sólo se negaba en su interior. Niega.
-¡No puedes amar, tú mismo me lo dijiste!
-¡Te amo a ti, maldita sea! ¿¡Qué no lo notaste!? –ella lo mira perpleja sin bajar el arma. – ¿Acaso no lo viste? –dice esta vez derramando lágrimas.
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Actualmente.
-Mi amor...-me dice Evan suavemente. Evan es mi novio desde hace 2 años, él es un hombre cariñoso, se preocupa por mí, es atento, serio, enfocado en lo que quiere, inteligente y celoso. –Despierta, llegarás tarde a tú primer día de trabajo. –me cubro con la colcha.
-Déjame dormir un rato más. –me comienza a dar besos por todo el rostro, sonrío, me volteo y lo miro, es de tez blanca, cabello castaño, ojos color avellana y pecas en el puente de su nariz, lo hacen tan atractivo, sobre todo cuando está despeinado, aparte de que es muy bueno en la cama. –Me dejaste cansada. –me mira pícaramente.
-Tú eras la que lo pedía a gritos con esa ropa de encaje. –dice con la voz ronca, sonrío y me besa, intensifico el beso y se separa. -Te haría de nuevo mía, pero tienes que trabajar. –me quejo. Le gusta que sea puntual, sin excepción alguna. Me levanto y entro a la ducha.
1 hora después.
Nos detenemos al frente de la agencia del Servicio Secreto Anti-Bandas y Tráficos o mejor conocida como la SSABT. Nos bajamos del carro y entramos.
-Debo ir a hablar con el Coronel Reagan ¿no? –le digo a Evan mientras caminamos, él me mira.
-Yo te llevo. –sonrío.
-Muy amable, Sargento. –sonríe y lo sigo. Entramos a la oficina del Coronel y está con su secretaria hablando. –Coronel Reagan. –digo y me mira. Me acostumbré a decirle así a mi padre, debido a los enemigos que tiene, no confío en nadie, solo en sus 4 amigos de confianza, en ese grupo está Evan, el favorito de mi padre.
-Danna, déjanos solos, necesito ponerla al tanto. –ella asiente y sale, al cerrar la puerta abrazo a mi padre. - ¿Cómo has estado, mi pequeña Maddie?
-Muy bien, te extrañé mucho, Bubu. –digo. Desde que era pequeña le digo a mi padre Bubu de cariño, esa ha sido nuestra contraseña también cuando requiero su ayuda. Nos separamos y me mira.
-¿Te cuida? –dice refiriéndose a Evan y sonrío.
-Me sobreprotege diría yo. –lo miro y sonríe. –Pero es un lindo gesto de su parte. –miro a mi padre.
-Bien, sigue cuidándola. –niego.
-Eso haré, señor. –dice Evan.
-No necesito que me sobreprotejan, tú mismo me enseñaste a pelear. –le digo a mi padre el cual me mira.
-Lo sé, pero nunca está de más que te cuiden cuando no puedo. –me cruzo de brazos. –No me mires así, sabes que tengo razón, Maddie.
-Bien. –digo sin más. Mi padre es un obstinado que no se le puede hacer cambiar de opinión, siempre ha sido así. - ¿Qué haremos esta vez?
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Lucifer
RomanceUn hombre rico y apuesto dispuesto a todo cuando se lo propone, persistente, no se rinde fácilmente y nunca acepta un no por respuesta, le gusta hacer trabajos rápidos y limpios, tiene a su disposición todo lo que quiere con solo pedirlo. Ninguna mu...