Capítulo 8: El mejor y peor día (Parte 1)

61 4 9
                                    

La semana continuó sin mayores sucesos hasta el viernes, en el que en realidad tampoco pasó nada tan importante, sólo Matthew recordó el proyecto y escribió un mensaje a su compañero de laboratorio para organizar su visita a la escuela.

En su casa, Logan miró el teléfono con una mezcla de nervios y alegría, porque recibir mensajes de Matthew era la mejor sorpresa y, en este caso, el último paso de su gran plan para poder pasar unas horas a solas con él minimizando el riesgo de que su familia se enterara y lo desheredara.

El primer paso fue conseguir el apoyo de su primo, lo cual resultó fácil porque Eron casi no tenía amigos y bastaba escucharlo hablar un rato sobre sus gallinas para que accediera a cualquier cosa como agradecimiento. Sus tíos vivían en el campo, a tres horas de la ciudad, por lo que se veían poco y eso dio la oportunidad a Eron de lanzar unos comentarios del tipo "hace mucho que no vemos a Logan y sus padres" por aquí y por allá, haciéndolos pensar que invitarlos a pasar el fin de semana fue prácticamente idea suya.

La siguiente parte del plan era compleja: fingir enfermedad. Debía ser lo suficientemente grave como para que lo dejaran descansar y no viajar, pero también sutil para que no cancelaran la salida. Una buena indigestión haría el truco, sólo necesitaría ser oportuno en mostrar síntomas ese mismo sábado por la mañana para no correr riesgos.

Creía que estaría todo bien, aunque le costaría dormir, y sí, por supuesto que sabía lo ridículo que era todo, porque sólo iban a ir a la escuela a ver un montón de plantas, escribir un par de cosas y separarse otra vez, pero la felicidad que sentía era algo que no se podía explicar sin ponerse horriblemente cursi.

"Mis padres no podrán llevarme", contestó, "Te espero en..." y escribió la dirección de un edificio a dos cuadras de su casa. Suponía que leer tantos mangas de detectives ayudaba en algo.

En su cuarto, Matt buscó la dirección en internet para asegurarse de cómo llegar, pues nunca había estado por ese lado de la ciudad y pensaba que sería muy, muy ridículo ofrecer ir a buscar a alguien sólo para perderse con él. Ahora, si pudiera recordar el nombre de pila de su compañero de laboratorio, estaría listo para postularse al compañero del año.

Pese a que lo invitaron a salir (en realidad sólo Alex), prefirió ir a dormir temprano ese viernes. Tendría un fin de semana pasado y ya necesitaba un descanso. Se preocupó de poner tres alarmas en la mañana, una más de lo normal, para no dejar esperando al chico y durmió bastante más tranquilo que otros días.

Así que a la hora acordada, pasó a buscar a su compañero, que lo esperaba frente a esos edificios. Detuvo la moto y le tendió un casco azul.

—Buenos días.

—Buenos días, Matthew —respondió. —Qué... bonita moto.

Tenía miedo de que se notara aquel suspiro enamorado que ocultó tras su infaltable bufanda cuando lo vio llegar en esa moto, pues una alegría inmensa recorrió su corazón. ¡Matt al fin había usado su regalo! Y se veía tan atractivo conduciendo... No hacía casi nada de frío y no se quitaría esa bufanda por nada del mundo. Era su escudo.

Se colocó el casco, subiéndose con muy poca gracia, y comenzó a sentirse nervioso; no que le dieran miedo las motos pero era la primera vez que se subía a una, y perder el equilibrio le dio algo de inseguridad, por lo cual se abrazó del cuerpo del peliazul. Poco después se dio cuenta de ello y agradeció estar tras ese casco, porque se moría de la vergüenza y cómo no, una felicidad que no podía explicar.

—Lo siento —murmuró, aflojando su agarre y asegurando los pies en las barras a los lados. —No vayas... muy rápido... por favor.

—No te preocupes, sólo afírmate bien —indicó, tomándole las manos para acomodarlas en su cintura. Tampoco era fanático de la parte en que tenían que sujetarse de él, pero ese chico se veía suficientemente asustado y Matt se sintió mal por no advertirle que iría a buscarlo en motocicleta. Al menos habían suficientes capas de ropa para que nadie se sintiera incómodo, pensaba. Andaba con una polera blanca y una chaqueta de cuero café, porque andar en moto daba mucho frío después de un rato.

La banda: El inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora