—¿No me crees capaz? ¿Acaso tus jefes no te dijeron de cuánta gente me he "encargado"? —demandó saber, presionando con el arma. Ver la calma en el rostro de Jecht sólo lo hacía enfadar más.
—Sé que eres perfectamente capaz —le contestó, sin apartar la mirada, ni cambiar la expresión. Inevitablemente Jecht pensó en lo mucho que había pasado sin sentir el cañón de una pistola encima y también en lo muy poco que le preocupaba. Sí, bueno, dejaría a Tarik sin padre, pero podría ir a vivir con Tarja y su novia, si permitía que le pusieran vestidos y trenzaran su cabello. No sería una mala vida. —Si eso te hará feliz, entonces adelante.
Para cualquiera que viera la situación desde afuera sería indiscutible que Lionel contaba con todo el poder, manteniendo acorralado a Jecht y observando que no ofrecía resistencia alguna. Sin embargo, el rubio no lo sentía así. La mirada que le devolvía el castaño era serena, honesta y decidida; obviando las diferencias que el tiempo dejó en su rostro, se trataba exactamente de la misma cara que recordaba verle diez años atrás. Lo único distinto era la falta de desesperación. Notó que no intentó corregir la afirmación sobre "sus jefes", aquellos que tantos años atrás pusieron un precio en su cabeza y lo llevaron a creer en la traición de su ex pareja.
Ambos debían contar con la misma información. Lionel estaba al tanto, a través de sus muchas fuentes, de que Jecht había dejado el trabajo de sicario. En esos días se dedicaba exclusivamente a atender esa fracasada tienda de discos y cuidar de Tarik, ni siquiera para citas parecía tener interés, aunque de nada le servía ese conocimiento. Detestaba pensar que pudiera seguir enamorado de él, lo cual también se lo decían sus ojos en ese momento.
—Te odio. Aún te odio —repitió. —Lo arruinaste todo.
—Yo también me odio —admitió Jecht. En vista de que el rubio no apretaba el gatillo, se atrevió a levantar una mano y tocar sus dedos sobre el metal. —He imaginado muchas veces qué decirte si te volvía a ver. Quizás pedir disculpas o intentar explicarte de nuevo que no sabía que "El Cazador" fueras tú, que nunca habría... No, no vale la pena —negó con la cabeza, apartando la mano. —Podría volverme loco pensando en cómo pudieron ser distintas las cosas. Lo único útil que te puedo decir es: mi vida siempre ha sido tuya. Si quieres terminarla, no objetaré.
Tras unos tensos segundos donde ninguno parpadeó, Lionel apretó los labios y bajó el arma. —Siempre has sido bueno con las palabras, Presley. Eso sólo te hace un vil manipulador.
El siguiente respiro de Jecht fue un tanto más profundo que los demás, pues seguía siendo un alivio pensar en que viviría un día más por muy listo que estuviera para entregarse a Lionel Hunt. Verlo guardar la pistola trajo más interrogantes: ¿era una especie de perdón? ¿Qué sucedería ahora? ¿Qué era lo que buscaba?
—¿Realmente piensas eso, Lionel? ¿Que me acerqué a ti para poder matarte y cobrar una recompensa? —retomó inevitablemente aquella conversación fútil de años atrás. —Te amaba de verdad.
Otra pausa tensa siguió a la confesión. Habría sido prudente guardarse ese tipo de verdades, sabía que Lionel no quería oírlas, tal como no quiso hacerlo cuando pelearon. Pese a eso, Jecht no quiso retractarse. Apretó los puños y continuó mirándolo a los ojos, dispuesto a lo que tuviera que pasar.
—¿Me amabas? —cuestionó tras unos segundos. —¿En pasado?
Jecht compuso su primera expresión confundida de la noche, frunciendo el entrecejo. —¿Qué importancia tiene...?
—Responde la pregunta, Presley —exigió el hombre. —No me hagas sacar la pistola otra vez.
—¿Para pretender que apretarás el gatillo o esta vez es en serio...?
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La banda: El inicio
RomantikTarik es el guitarrista de la banda y está enamorado de Darren, el manager, desde los 10 años. Para llamar su atención, decide cambiar completamente su imagen: se tatúa, llena de piercings y empieza a vestirse rockero, lo cual le ayuda a reunir conf...