El teléfono sobre el escritorio comenzó a sonar.
―¿Si? ―pregunte mientras ojeaba por tercera vez los documentos que se encontraban entre mis manos.
―Buenos días Elizabeth –contesto una voz amablemente.
―Buenos días Amy―pase la siguiente hoja― ¿Sucedió algo?
―Sí, el Sr. Rousseau me dijo que necesitaba urgentemente el informe sobre el último proyecto.
Coloque los papeles sobre el escritorio―Claro, ya casi termino de revisarlos.
― ¿Quiere que pase por ellos para entregárselos al jefe?
― Si, por favor Amy.
― De acuerdo, estoy en camino.
Tome el bolígrafo rápidamente y leí por última vez las inscripciones sobre las líneas punteadas.
― Listo ―afirme con una sonrisa cuando termine de firmar los documentos, luego los ordene y los deje a una lado del escritorio.
Unos segundos después dos golpes en la puerta captaron mi atención.
―Pase ―dije mientras me retiraba los lentes― Esta abierto.
Amy ingreso con su usual serenidad, enfundada en su impoluto uniforme y con su cabello blanquecino por los años que ha vivido recogido delicadamente en un moño.
―Hola Amy―le dije con una sonrisa―Ahí están los documentos―señale la parte derecha del escritorio.
― ¡Oh! Muchas gracias―los recibió―Enseguida se los llevó al Sr. Rousseau.
Asentí―No queremos que se enoje ¿cierto? ―dije con ironía.
Amy rio levemente― Por supuesto ―me miro― Aunque últimamente lo veo muy estresado ¿sabes?―dijo con un sutil tono de preocupación.
― ¿Mas?―alce una ceja― Quizá se deba a que otro de sus ayudantes no resistió a sus condiciones de trabajo extremas y renuncio―encogí los hombros restándole importancia.
Pues, si bien Robert era el jefe, también era un completo explotador, no es la primera (ni creo la última vez) que algún inocente que trabaja para Robert renuncia al darse cuenta del lio en el que se ha metido.
Ya que Robert al parecer ignora completamente los derechos de los trabajadores. Por lo que eventualmente termina trabajando solo, claro, mientras consigue a algún ingenuo que trate de soportar sus exhaustivas condiciones de trabajo.
― ¿Renunció? ―pregunto Amy con sorpresa
Alce la vista ― Oh sí o por lo menos eso es lo que dijo en la reunión―respondí sin mucho interés.
―Es una lástima, Tom me caía bien―comento mientras caminaba hacia la puerta― ¡Oh cierto! Casi lo olvido―se giró hacia mí― Ya hice el informe sobre tu última reunión, agende tus próximas citas, ordene tus correos por fechas, hice el papeleo respectivo y ordene tu almuerzo de esta tarde: Sándwich de pavo con pan de blanco y poca mayonesa sin pepinillos―dijo con una sonrisa.
Sonreí mientras asentía―Realmente no sé que haría sin ti Amy―ella rio, me conocía tan bien―Muchas gracias por todo―ella asintió y salió por la puerta con una sonrisa.
Estaría perdida sin Amy, realmente ella es ¡grandiosa! No tengo idea de cómo no consiguió trabajo antes, pero me alegra haberla escogido cuando me dieron la lista de secretarias disponibles, luego de que Sandra renunciara por su embarazo.
Normalmente todos se dejan llevar por la edad y el físico, pero estoy 100% segura de que Amy es tan eficaz o quizá mas que algunas secretarias jóvenes y recién recibidas.
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Mi destino eres tú.
RomanceLa vida de Elizabeth Stevens, una publicista de 21 años, dara un giro inesperado cuando conozca a Adam Knightley, un neurocirujano que se desvive por su trabajo. ¿Qué pasaria si las cosas cambiaran de tal forma que ya nada seria lo mismo? Eso es lo...