24 hours °OtaYuuri°

21. Inside my mind

No dejaba de llorar, mis manos junto con mis pies no se podían mover.

Era frío y casi húmedo dentro de esta caja, me producía todo tipo de malestar. No dejaba de pensar que todo lo que me pasase fuera mi culpa.

— Me lo merezco...

Sollozos se me escapaban por mas que no quería, y si me los aguantaba el pecho me dolía.

Toda mi cabeza estaba hecha un lío, por una parte agradecía que no me haya hecho tanto daño. Estaría muerto si no fuera por el chico rubio.

Entre esos vagos líos mentales recordé una pelea que tuve con Viktor.

— ¿No te cansas de llegar tarde siempre, Vitya? — Me daba un escalofrío recordarlo.

— Tú no eres nadie para decirme eso. En fin, volveré a salir. — El era más frío que el propio invierno junto con la asesina indiferencia.

— P-Pero son las 11...y mañana me dijiste que saldríamos a come-

Me interrumpió.

— Ya no, fin del asunto. Ahora déjame descansar.

Mejor que nunca recuerdo esa noche, estuve demasiado triste que regrese a casa y no comí nada.

Creí que lo amaba, estaba demasiado cegado.

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— Mm..se supone que ya debió haberme escrito.

Otabek no era de preocuparse demasiado por las cosas, pero si se trataba de alguien importante se jugaría el cuello las veces que sean posibles.

Hace aproximadamente dos horas que estaba esperando el mensaje de Yuuri, quería creer que estaba ocupado o dormido ya que tampoco había asistido a la universidad.

— Tranquilo Otabek, tranquilo.

Sus piernas se movían involuntariamente por la ansiedad, decidió tranquilizarse saliendo a caminar. Mala opción porque le generaba mas ansiedad que antes.

Respiro profundo y continuó su camino, pasando por aquella parada que tomaba su amado. Se puso a analizar con cuidado las cosas, sin dejar de caminar.

De un momento para otro termino perdido en sus pensamientos.

— No le ha pasado nada, no no. Mejor lo llamo por si acaso.

Se detuvo para marcarle.

En ese momento su mente o el mundo le jugaban una maña pasada.

Juraría que una de esas cajas escuchaba llorar a alguien junto con un timbre de celular.

Se armó de valor para revisar cada una, en la que era la más grande encontró a aquel nipón sin sus lentes, su mejilla mucho más roja que el sol y sus manos atadas.

— Por Dios...

Sin pensarlo mas de una vez fue a ayudarlo, su cabeza daba mil y un vueltas.

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Bruh, so volví a tener un dolor inmenso en mi ser por escribir esto :'v

Algún dia armare una escena tan bonita que ni yo me na voy a creer >:'v

Bais, disfruten.