III - ❝Luciérnaga, ¿Te quedarías conmigo?❞

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Mientras el señor Shield pone la mesa, él ayuda a Melissa a servir la comida, logrando a la perfección no derramar ni una sola gota de sopa y servir porciones iguales de carne hervida y arenque ahumado; Melissa lo alaba por ello, aplaudiendo y rié...

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Mientras el señor Shield pone la mesa, él ayuda a Melissa a servir la comida, logrando a la perfección no derramar ni una sola gota de sopa y servir porciones iguales de carne hervida y arenque ahumado; Melissa lo alaba por ello, aplaudiendo y riéndose cuando su padre le señala que quizá está un poquito sobreexcitada por todo el asunto. Izuku está de acuerdo con el hombre, pero había tanta emoción en las palabras de Issa mientras les comentaba los planes que había hecho para el día que ni cargando con toda la tristeza o irritación del mundo Izuku sería capaz de desilusionarla.

Así que se esfuerza por fingir que está conmovido por toda la atención y, como siempre, termina por creérselo.

Más o menos.

—Muy bien, creo que nos hemos superado con este desayuno, chicos —felicita David, sentándose una vez que todo está listo y colocando los brazos sobre la mesa con las palmas hacia arriba.

Melissa asiente, de acuerdo.

—Es sorprendente todo lo que puedes hacer cuando no tienes que salir a las apuradas de casa ¿No?

—Sí, bueno, bienvenida al mundo del levantarse temprano —se burla Izuku mientras ambos imitan al señor Shield, extendiendo las palmas para tomarse de las manos y rezar a Cala, diosa de la abundancia, y Mara, la de la fortuna. Agradecen así los alimentos y piden por un buen día.

Y una vez terminan la oración, Melissa le da un codazo.

— ¡Yo me levanto temprano! —reclama.

—No, no lo haces —ella le hace un puchero, cosa atípica, y él intenta ahogar sus ganas de reír con vino especiado. No lo logra; en vez de eso escupe sobre el mantel entre risotadas y termina teniendo que apartarse de la mesa para no mancharse la ropa cómo un total imbécil. Melissa se carcajea y, si bien el señor Shield intenta disimularlo, él también.

Que decir, no era normal que Melissa fuera tan charlatana, que estuviera tan emocionada, y era aún menos común que él le tomara el pelo o se dejara en vergüenza. Era imposible que no se rieran de puro desconcierto.

No podía culparlos.

Mientras se limpia la boca con una servilleta, sonríe. Melissa intentaba tranquilizarse y fallaba cada vez que se volvía a mirarlo, mientras que el señor Shield hacia un verdadero esfuerzo por comportarse de forma madura y limitarse a cortar su comida y tragar.

Izuku también lo haría si estuviera seguro de que no va a atragantarse como un idiota.

—De acuerdo, si lo haces —admite. Melissa ahoga su risa entre las manos y lo mira, ojos de cianita brillando de esa forma tan bonita que le recordaba un poco a Mei, la más enérgica de sus hermanos. Mei, que en las mañanas les lanzaba pan caliente y huevos mientras gritaba que, si querían comer, primero tenían que atrapar el desayuno—. Pero no más temprano que yo.

Ella, con el tenedor en la mano y un pedazo de arenque en él, se encoge de hombros.

—Eso no lo voy a negar —cede, y entonces Izuku le devuelve el codazo. Melissa sonríe—. Por cierto, tienes vino en la barbilla.

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