VII - ❝Simple y jodidamente fantástico❞

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Esa noche, mucho después de que Neito y Yuga llegaran a la habitación dispuestos a dormir un rato y el chico con aroma a caramelos hubiera desaparecido de la periferia de sus sentidos, Katsuki se da vuelta en su cama y cierra los ojos

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Esa noche, mucho después de que Neito y Yuga llegaran a la habitación dispuestos a dormir un rato y el chico con aroma a caramelos hubiera desaparecido de la periferia de sus sentidos, Katsuki se da vuelta en su cama y cierra los ojos. Dormir era algo que nunca había disfrutado; incluso de mocoso, antes de las endemoniadas pesadillas, le parecía una puta pérdida de tiempo. Esa noche, sin embargo, decide darle una oportunidad; tenía que descansar bien si quería tener energía para rastrear a su humano rarito al día siguiente.

Y no quería que los deseos de la madre de Cami se desperdiciaran, por muy melosamente molesta que fuera la vieja condenada.

Y tal vez ya le habían hartado las estúpidas bolsas violáceas debajo de sus ojos.

Así que Katsuki se acurruca en las sábanas como un niñito y, aferrando su nuevo amuleto en la mano, espera que el deseo que pidió se extienda a las pesadillas.

Por supuesto, no lo hace.

Lo que no es una maldita sorpresa.

Esa noche, tal vez por culpa de la estúpida pelea con su prima hormonal, tal vez porque su cabeza lo odiaba, su sueño gira entorno a un ser con los ojos rojos y secos, la piel pálida como la nieve en los huesos, los dientes afilados cual cuchillas y las puntas de los dedos rematadas por uñas largas y amarillentas: un vampiro.

Un puto vampiro jodidamente hambriento.

Katsuki intenta transformarse, hacer salir sus garras y dientes, utilizar sus sentidos, pero como cada vez, es incapaz. Su respiración se acelera y el pecho se le comprime. No puede moverse. No puede moverse en lo absoluto. Intenta invocar la imagen del chico con aroma a caramelos, pero es incapaz: sus rasgos le salen borrosos y le resulta ajeno. Su figura se le desvanece en sombras y rugidos, como si lo estuvieran destrozando las peores criaturas sobre la faz de la tierra.

Katsuki se lleva las manos a la garganta, intentando respirar, hacer algo, pero en cuanto hace contacto con su propia piel pierde el control. Y aprieta. Se ahorca.

Porque se odia.

Porque es todo lo que quiere.

El vampiro se acerca, lenta y calmadamente, deslizándose en las sombras del bosque como si supiera que él no iba a moverse, como si intuyera que está por caer de rodillas, que va a rendirse ante ello. 

Como si supiera lo mucho que desea desaparecer, terminar su vida y todo lo que ésta implica.

Casi lo ve sonreír, sus dientes afilados como los de una piraña y manchados de sangre.

Katsuki no sería su primera víctima, ni la última.

Él era solo uno más del montón; desdichado y destinado a una muerte horrible, a sentir como le succionaban en alma hasta que no fuera más que un cascarón roto de cambiaformas. Hasta que se marchitara y sus cenizas fueran arrastradas por el viento. Hasta que dejara de existir y desapareciera de todo recuerdo y lugar como si nunca hubiera estado ahí en un principio.

◤Heaven◢ [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora