IV - ❝La verdad corre salvajemente entre aquellos que se atreven a buscarla❞

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Estaba atardeciendo

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Estaba atardeciendo.

Desde la Ceremonia de las Almas su vida había sido el perfecto espiral de estrés y maravillas que siempre había soñado, pero estaba ese pincho en su corazón que hacía que no todo fuera colorido y espectacular; el día. Los días en general.

Se pasaban demasiado rápido, escurriendo entre sus manos como agua y desvaneciéndose como polvo al viento.

Desperezándose, se aleja de su escritorio, de sus libros y las pociones en las que llevaba trabajando la última semana. No había pegado un ojo en toda la noche y ni siquiera se tomó el tiempo para desayunar cuando amaneció. 

Se había desvelado otra vez, en resumen.

Y estaba agotado, pero de todas formas así lo prefería Kaminari Denki.

Abandona su habitación en la Casa del Cielo para salir a recrearse en el patio. Espera encontrarse allí a Hanta o Kyoka, pero algo en el camino de telarañas que hay desde la Casa de la Tierra hasta el bosque y en cómo tiembla el piso debajo del Campamento de Corazones le dice que eso no sucederá en un futuro cercano. 

Así era la vida para los Sangre de Eras, después de todo. Siempre trabajando, siempre estudiando, siempre buscando llegar a más.

Le gustaba, era lo que siempre había querido, pero en lo profundo de su corazón solo desea que el tiempo pase más rápido; hacer un gran descubrimiento, marcar su nombre en la historia y luego ir a buscar a sus amigos, las personas que más adora en el mundo, para vivir una aventura con ellos. Una aventura como las que su madre le narraba de niño, antes de que Denki fuera a dormirse; llena de acción, misterio y genialidades.

Sería genial: Eijiro, ya que era un dragón, podría cargarlos a Sero, Katsuki y él mientras que Mina volaba a su alrededor, diminuta, creando círculos de ácido (Hadas Primavera, siempre tan extravagantes) y atravesandolos mientras les comenta las plantas que quiere ver y los insectos con los que le gustaría hablar.

Sí, sería genial.

Kaminari sonríe al sol que se oculta, al cielo arrebolado y el infinito horizonte, lleno de lugares que descubrir y hazañas por hacer.

"Va a ser genial".

No importaba cuánto le costara, él haría realidad ese sueño.

Ve a un grupo de mariposas centella cerca de las flores que una de las chicas de la Casa del Mar estaba cultivando para una investigación y se acerca, incluso aunque las diosas del rayo no solían prestarle atención. Es más, tendían a ignorarlo debido a su naturaleza similar y lo que eso significaba; Kaminari tenía electricidad corriéndole en las venas, ellas estaban hechas de electricidad. Eran familia. Lejana, muy lejana, pero de alguna forma familia.

Y las mariposas centella eran, precisamente, diosas rebeldes que no querían tener ese tipo de lazos reteniéndolas.

Esa tarde, sin embargo, no se alejan de él cuando se acerca, su manto de hilo de oro, trigo y ámbares arrastrándose por el piso con cada paso. Le parece curioso. Le llama la atención.

◤Heaven◢ [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora