8- TODOS SON TU FAMILIA

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                                 KAT

Después de caminar todo lo que queda del día, a Axel por fin se le aclara la cabeza y se le pasa el enfado. Hablamos mientras caminamos y lo hice pensar con claridad. Es un buen líder, pero a veces puede ser muy terco y obstinado, es como un niño.

–¿Cómo planeas recuperar el camper?.– le pregunto mientras caminamos juntos, alejados de los demás.
–Planeo que nos dejen entrar a su comunidad, buscar el camper, robarlo en la noche y largarnos.– me contesta tranquilamente, como si fuera lo más simple del mundo.– O algo más fácil, llegar disparando, matar a los que se interpongan y recuperar el camper.– dice mientras come unas galletas que sacó de su mochila, que consiguió en la tienda que visitamos hace unas horas.
–Pero... ¿Por qué no conseguimos otro vehículo? Olvida los Nintendos.– me esfuerzo por convencerlo de que no haga una estupidez.
–No quiero otro 3DS. Por entrar a esa tienda Karim murió... Y por encontrar la Nintendo nos encontramos contigo...– sonríe triste. ¿Qué tengo que ver yo en este tema?.– Por eso la Nintendo es tan importante para mi.–
–Okay, cómo sea...– suspiro dejando de lado el tema.– ¿Cómo están tus manos?.– le pregunto levantando una de sus manos a la altura de mi cara.– ¿Aún te duele?.– le toco la herida más grande que ya empezó a cicatrizar solo por molestarlo.
–¡Agh! ¡Si!.– se queja y aparta su mano bruscamente.
–Tengo vendas en la mochila, ¿quieres que te vende las manos? Para que por lo menos no te entre polvo u otra cosa a las heridas.– empiezo a pensar. ¿Si le cae sangre de zombie se puede infectar y convertirse? Pero prefiero no averiguarlo.
–Ehh... Pues si, si no te molesta.– me acerca sus manos y yo me pongo manos a la obra.

–Pareces un boxeador.– sonrío al ver sus manos después de ponerle las vendas.

      Dos horas de caminata después empieza a anochecer, así que decidimos acampar hasta la mañana siguiente. Conseguimos encender una fogata en un lugar escondido entre los árboles y nos sentamos en círculo alrededor.

–Estoy aburrido... Tengo hambre...– dice Axel a nadie en particular, sentado recargado en un árbol.
–¡Tienes comida en la mochila! No comes por qué eres un flojo.– le dice su hermano fastidiado, acercándole su mochila.
–Hay que hacer algo para entretenernos... O por lo menos para pasar el rato.– propone Nayem, sentado en una roca.
–Podríamos contar historias, ¿que opinan?.– propongo la idea, pensando en la historia indicada para este momento.
–Pues... Cómo sea, suena bien.– dice Axel con la mirada hacia arriba, viendo el cielo.
–Okay...– aclaro mi garganta preparándome.
     Pero antes de empezar a contarles, escuchamos el ruido característico de hojas secas siendo pisadas y ramas rompiéndose, son pasos.
      Son dos, pero no son zombies, los zombies no corren.
      Todos apuntamos con nuestras armas hacia donde se aproximan los pasos apurados.
      Entonces, de los arbustos y la oscuridad emergen dos personas, un hombre y una mujer. Los dos tienen en la ropa la marca de la estrella invertida... Son de La Hermandad del Acero.
–¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿qué quieren?!.– les pregunta Axel sin bajar las armas, en un tono de voz más firme de lo normal, para intimidar.
–Tranquilo, venimos en paz.– dice la mujer con una sonrisa y levanta las manos, en la mano izquierda tiene un arma pero aleja el dedo del gatillo.– Vimos el humo de la fogata a lo lejos y vinimos a investigar, estamos buscando sobrevivientes.–
–¿Buscando sobrevivientes para qué, exactamente?.– pregunta Nayem, sin bajar ni un centímetro su arma, todos estamos apuntando juntos.
–Pues para llevarlos a nuestro refugio, nos hacemos llamar La Hermandad del Acero.– el hombre habla por primera vez.
–¿Y eso en que nos beneficia a nosotros?.– les pregunto, no confío en ellos. De seguro nos quieren llevar para ponernos a trabajar.
–En que tendrán un lugar para vivir libre de infectados.– explica la mujer.– Necesitamos todos los humanos que encontremos para asegurar la raza humana. Así que... ¿Vienen?.–
–Pues claro que sí. No tenemos a donde ir.– contesta Axel sin dudarlo. Él sonríe, pero no es una sonrisa normal, estoy segura de que está feliz por qué encontró la manera de entrar al refugio. O más bien, la manera de entrar vino y lo encontró a él.
–Entonces vengan con nosotros, los llevaremos ahí en nuestro camión y...– la mujer se ve interrumpida por el sonido de pisadas torpes rompiendo ramitas y los gruñidos característicos de un zombie, pero esta vez, suena a que son muchos...
–¡Mierda! ¡corran!.– ella comienza a correr por la misma dirección en la que llegaron.
      Inmediatamente, todos recogemos nuestras mochilas y corremos tras ella. Solo nos detenemos para dispararles, pero es una multitud de zombies grande.
      Pero mientras corro, escucho que la persona que corre detrás de mí se cae. Veo hacia atrás para ver quién es pero no dejo de correr, no soy tan estúpida.

CRASH WORLD - Parte 1: SIN RETORNO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora