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Finales Ago. 2030

La ceremonia de graduación tendría lugar aquella semana, por decisión propia, nuestros diplomas y acta de grado serían enviados para completar parte de los requisitos que nos pidieron para lo que sería la confirmación de estudiar nuestra especialización en el país que al parecer llamaríamos hogar por lo menos mientras estudiábamos. Me habían valido las practicas por el tiempo en que estuve como analista auxiliar de investigación de cuerpos celestes en el único planetario con que contaba mi ciudad, ahora había conseguido un cargo en un observatorio relativamente cerca de donde nos encontrábamos, pero lo cierto es que esperábamos poder hacer la maestría de manera virtual para unirnos al equipo de investigación que solía viajar constantemente en busca de los fenómenos más increíbles que pasaban encima de nuestras cabezas.

Con todo fluyendo como debería, habíamos decidido que era momento de establecernos del todo allí por lo menos hasta los siguientes tres años que duraba la maestría.

Mediados Sept. 2030

Había recibido la llamada para avisarme que podríamos ocupar la casa alquilada que llamaríamos hogar por unos años a mediados de octubre, la propiedad era nueva y sus dueños estaban aún haciendo las instalaciones de los servicios básicos y agregando algunos muebles, pero calculaban que en un mes iba a estar listo y así había sido.

Iba a encontrarme con Tay en la noche para ir a cenar en la cafetería donde nos presentaron por primera vez, no habíamos tenido un segundo entre su trabajo y el mío, además de nuestros proyectos individuales que apenas nos permitían tener un espacio para dar pie a esas conversaciones profundas que disfrutábamos, lo que si manteníamos era la costumbre de hablar que estábamos haciendo y como nos sentíamos respecto a todo lo que estaba pasando en la vida de cada quien ahora. En ocasiones era agotador intentar sacar tiempo para todo, pero si al final del día me acostaba sintiéndome llena, sabía que el esfuerzo estaba valiendo la pena. Esa noche en específico la tendríamos para compartir sin tener que limitar nuestras charlas debido a que al día siguiente tendríamos que madrugar.

Llegué antes y no me pude contenerme de pedir una malteada para distraerme un poco, estaba nerviosa.

  — ¡No me esperaste! —escuche alegar a Tay cuando llego. Me había tomado más de la mitad de la bebida sin apenas notarlo.

  — Bebe créeme que puedo tomarme otra de estas sin ningún problema —afirme.

Recibí un buen beso suyo antes de que tomara asiento frente a mí y tal como comenté, termine pidiendo otra malteada para acompañar la que apenas había pedido por su parte.

Estuvimos poco más de cuarenta minutos en el sitio y luego decidimos ir a caminar, terminamos en un pequeño parque vacío debido a la hora, aprovechamos para sentarnos en los columpios mientras retomábamos nuestra conversación.

  — Es una locura —hablo de primera —si alguien me hubiera dicho que estaríamos aquí unos años después, no lo hubiese creído.

  — Yo si creería si me dijeran que estaría en un parque a las nueve de la noche, sentada en un columpió y sintiéndome como una niña aun cuando ya tengo veinticinco años —rompió en una carcajada, y aproveche el momento para entrelazar nuestras manos —déjame probar esto —dije mientras sacaba la rueda que había traído en el bolsillo y acomodándola en su dedo anular. Sus ojos brillaron sin quitar la vista del objeto aun —ok, tal como imaginaba, hace juego con tus ojos.

  — ¿Madi? —repuso mientras se paraba del columpio en donde estaba para ponerse frente a mí levantando mi rostro para que nuestros ojos se encontraran. Mis nervios habían estado por mil durante toda la noche, su acción y la manera en la que me miraba estaban provocando que aumentaran por diez mil, pero la sensación se sentía bien, bastante acertada.

  — Quiero hacerte entender a través de este anillo —empecé, retirando delicadamente sus manos de mi cara para dejarlas en la mías —que estoy tan segura de esto como para que hablemos del tema a nuestros veinticinco.

  — ¿Solo hablarlo? —parecía decepcionarse levemente con mis palabras, por lo que me levante de mi lugar.

  — Amor, haremos lo que quieras, porque quiero aprender a amarte como tú quieres que lo haga, no como yo considero que está bien y sé que durante este tiempo has intentado seguir mis creencias y respetar mi manera de pensar, pero también soy consciente que eso provoco que rompiera un poco de nuestra conexión dando paso a las dudas. Con esto te estoy diciendo que no hay nada más que debas cuestionarte porque estoy en esto.

Me beso con lágrimas escurriendo por sus ojos y aunque sabía que estas estaban hay por razones correctas, no podía evitar sentir algo de angustia.

  — Te compre uno también —hablo por fin. Su confesión me noqueo —lo hice a principio del año antes de volver a la universidad —iba a hablar, pero entonces de nuevo junto nuestros labios para darme un pico —tenía pánico de hacer lo propio porque sabía que no creías en el matrimonio así que lo guarde y opte por soltar indirectas —reímos al unisonó —pero parecías seguir con esa actitud reacia y cuando llegamos aquí.... Bueno —se limitó, pero entendía a lo que se refería.

  — Al final, sí voy a tenerte por veintinueve mil quinientos sesenta y cinco vueltas terrestres —hable rompiendo la leve tensión que se había formado.

Dalo por hecho, amor.

QUIZÁ EN OTRO UNIVERSO © [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora