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Tay y yo camínanos en silencio, cada quien estaba sumergido en sus pensamientos. Hasta que me anime, por fin, a preguntar acerca de cómo había conseguido el intercambio y porque su elección era en Latinoamérica.

  — Hay cosas que están destinadas —se encogió de hombros – por más que cambiemos la forma de hacer las cosas, no somos los únicos aquí tomando decisiones, caminos, así que puede que, aunque cambiemos nuestro rumbo otros sigan repitiendo el suyo y así corromperían el nuestro hasta hacer que el final sea el mismo.

  — Vaya —atine a decir mientras procesaba aun todas sus palabras —entonces no te guías cien por ciento en la ciencia.

  — Lo hacía hasta que bueno —dejo la respuesta suelta —Ya sabes.

  — ¿El que? —cuestiones confundida, de la manera en que últimamente me sentía cada ves que estaba a su lado.

Pareció ignorar mi pregunta y ya que su casa estaba antes de la que "mía", por lo que ahora estábamos frente a su patio delantero a punto de despedirnos.

  — Me esperas un segundo —no fue una pregunta —quiero darte algo.

Me quede allí mientras entro a su casa dejando la puerta abierta por lo que pude ver parte de la sala que tenía la luz prendida desde que habíamos llegado, avisando que había más gente allí, sus padres probablemente. Cuando me ofreció pasar, le dije que estaba bien con el hecho de esperar a que bajara porque realmente no quería dar pie a quedarme mucho más.

  — Toma —me paso una caja que delataba que traía dentro, debido a que era el empaque del objeto en cuestión.

  — No puedo aceptarlo —estire rápidamente la mano para devolverle lo que me había entregado.

  — ¡Oh vamos!, ¿Por qué no? —pregunto sin recibírmelo de vuelta —no es la gran cosa.

  — ¡Si que lo es! —alegue —se cuánto cuesta uno de esto.

  — Me costó menos de lo crees, tengo contactos —ataco —además, si no logro convencerte de que lo recibas, se llenaría de polvo guardado en algún mueble porque simplemente es un regalo pensado para ti.

Lo recibí tras darme cuenta que no estaba llegando a ningún lado con mis argumentos y los suyos por el contrario tenían más solides. Se lo agradecí acompañando mis palabras con un abrazo, me retiré un poco pero parecido caer en cuenta de algo entonces y sin previo aviso me atrajo de nuevo para dejar un beso en mi mejilla.

Estaba a unos diez minutos desde la casa de O.A hasta la mía, por lo que me permití caminar de forma lenta disfrutando de la leve brisa nocturna, estaba a punto de entrar a la casa cuando hasta el silencio fue interrumpido por el sonido de una bicicleta.

  — Hola —comento cuando llego hasta mi jadeando, apoyando un pie para mantenerse en la bicicleta. Mi tranquilidad seguía intacta debido a que nunca había sido una persona que se alterara fácilmente en ninguna situación, incluso mis amigos se habían rendido intentando asustarme cuando me encontraba distraída.

  — Hola —me tome unos segundo antes de responder, un tanto extrañada por su presencia.

  — Yo, olvide entregarte algo —comento enseguida al notar que el silencio se empezaba a establecer – pensé en dártelo durante en la reunión con los chicos, pero yo, yo solo lo olvide.

Entonces note la pequeña caja en sus manos, igual a la que yo ya traía en las mías que rápidamente fue escrudiñada por sus ojos que al volver a los míos parecían decepcionados.

  — Tarde para mí —dijo intentando restarle importancia en lo incomodo que se estaba tornando todo, bajo de la bicicleta y en un movimiento descuidado, permitió que esta cayera al piso —Lo sabias —confirmo tan pronto estuvimos frente a frente.

  — No – respondí con simpleza. Sabiendo que no era una pregunta, fue un reproche. Estaba, equivocadamente, respondiendo por mí.

  — ¿Y porque miro directo a tu dirección cuando lo dijo?, como si fueses su más grande cómplice —especto enseguida con veneno.

  — No intentes ir por ahí Kay —intente no perder la calma.

  — Te refieres a que no intente ir por lo que obvio —el sarcasmo usado, estaba empezando a revolver cosas en mí y ninguna era buena.

  — Kay, pronto me voy y ahora me entero que Tay también va estar en país, yo solo estoy actuando como lo haría cualquier otra persona en mi posición.

  — ¿Siendo cómplice de sus secretos y recibiendo sus regalos? —apunto la caja del lente en mis manos.

  — ¡No sabía que iba a comprar un ocular nuevo para mí! —perdí la calma, sabiendo, sin ningún soporte, que esta discusión estaba abriendo una brecha gigante. —¡Me sorprendió tanto como a todos lo de sus estudios!

  — ¡Y tampoco previste que iba a darte un beso, vi como lo hizo!

Me queden en silencio sintiendo las olas de ira golpearme por estar culpándome de la situación, por comportarse de esa manera por la que yo huía de asuntos del corazón.

  — Esto es ridículo —dije por fin —ni siquiera logro entender porque nos aféctalo, al final siempre se trataba de disfrutar cada momento que teníamos.

  — ¿Que teníamos? —cuestiono con rapidez

  — Me voy en unos días —repetí por segunda vez en ese día.

  — ¿Y entonces es todo? ¿Ni siquiera un intentémoslo?

  — Tienes un sueño que seguir y yo uno que seguir lejos de aquí —mis propias palabras me provocaron un sabor amargo en la boca.

  — Vaya, pues nunca me habían dicho tan educadamente lo poco que signifique para alguien —Soltó con un sarcasmo que no le conocía hasta ahora —entonces, supongo que es tu manera de decir que ya elegiste a alguien.

  — Buenas noches —le dije harta de su actitud,entrando a la casa.

QUIZÁ EN OTRO UNIVERSO © [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora