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Oct. 11, 2030 – Luna llena.

Era la tarde de nuestro segundo encuentro con los chicos desde que estábamos allí, aunque nos manteníamos en contacto sin vernos directamente, habíamos evitado comentar lo de nuestro compromiso, pero los anillos en nuestras manos, no pasarían desapercibidos, eso era un hecho.

La casa nos la habían entregado unos días atrás, tras mi insistencia al sentir una buena conexión con el lugar decidimos que la compraríamos, lo que no esperábamos era que nuestros padres al ser los primeros en esterarse del compromiso decidieran aporta la mitad del costo de la propiedad para que pudiéramos pasarnos a vivir directamente sin tener que gastar dinero en el alquiler mientras también sacábamos para pagar las cuotas. Así que prácticamente la primera reunión en nuestra casa con nuestros amigos era el estreno de la misma.

Kay había respetado mi petición de la última noche que nos vimos y a diferencia de su comportamiento en años pasados, había estado participando animadamente en el grupo por el que nos manteníamos en contacto, cosa que me agradaba.

  — Bueno, se gana bien en eso del espacio o me lo parece —comento uno de los chicos mirando la casa con atención.

  — Se nota que no lees nuestros mensajes —comento Tay, debido a que comentamos como se habían dado las cosas por el grupo.

Pasamos todos a la sala mientras hablábamos de cosas banales mientras acompañábamos la conversación con cerveza y algunas hamburguesas que hacíamos a la parrilla, al caer la noche todos pensamos de inmediato en que el momento ameritaba usar el Celestron blanco que había pedido a mis padres enviarme porque seguía siendo más costo comprar uno nuevo que lo que se pagaba por él envió. El telescopio estaba ya montado por lo que todos pudieron acercarse a mirar tanto como quisieron hasta que el sereno nos obligó a entrar directo a la sala y reemplazar la cerveza por café y galletas.

Tay se ofreció a hacer y servir la bebida, alegando que tantos años en Colombia le habían enseñado a hacer el "mejor café que jamás podrían probar", pero lo cierto era que el buen sabor se debía a que aun teníamos un par de bolsas que trajimos al llegar.

  — ¿Eso es un anillo de compromiso? —noto una de las chicas. Tay se limitó a asentir mostrando una gran sonrisa, incluso sus ojos brillaban de tal manera que se veían más azules.

  — ¡Y Madi tiene uno también! —apunto uno de los chicos a mi lado.

  — ¡Como se puede ser tan maldito y no comentar nada hasta ahora!, ven aquí, dijo la chica abrazando a Tay como felicitación y el resto paso a repetir la misma acción para cada quien.

Cuando O.V estuvo frente a mí, me miro y casi pude sentir el dolor en su mirada, pero al notar que llevaba mucho tiempo en la misma posición, me apretó en un abrazo fuerte, susurrando un "felicidades"; Realmente no sentía la palabra, el tono con que lo dijo me lo hizo saber. Tras hacer lo propio con Tay, pidió un encendedor para salir a fumar, el resto le pareció un acto común y le restaron importancia porque estaban ocupados exigiendo los detalles de cómo había sido la propuesta y otras cosas, pero para mí no pasó desapercibido, ¿desde cuándo fumaba?

Tras unos minutos sin rastro de Kay y que todo el resto empezara a notar su ausencia también, me ofrecí a salir al patio trasero en su búsqueda, no sin dejar antes un beso en los labios de Tay que se había removido en su lugar tras mis palabras, por lo que intente hacerle saber a través de este que todo está bien y no había ninguna razón por la que debía incomodarse. El primer beso que los chicos nos veían darnos en lo boca y que causo enseguida que empezaran a molestarnos con el típico "awww"

Distinguí su silueta, se había sentado en el borde de la piscina con los pies recogidos de manera fetal para apoyar sus brazos. Aproveche para quitarme las medias, que era lo único que mantenía puesto en los pies desde que ellos llegaron, recogí mi chándal un poco más arriba de las rodillas para sentarme a su lado, pero dejando que el agua fría de la piscina cubriera una parte de mis piernas. No se inmuto con mi presencia.

  — Hola —saludé —todos allí dentro —agregué rápidamente sin esperar que devolviera mi saludo, señalando la puerta de vidrió corrediza —están preocupados porque has estado fuera más de veinte minutos y yo me estoy preguntando ¿desde cuándo fumas?, además no vuele a cigarrillo —comente sincera dejando entre ver una pequeña sonrisa.

  — Hola —respondió tomándose el tiempo de mirarme y devolver la sonrisa que le daba, pero la suya estaba visiblemente apagada —en realidad no fumo, pero no encontré mejor excusa para no levantar sospechas y poder mirar la luna —apunto a la susodicha —se ve más hermosa ahora, en octubre.

  — Falso —empecé a seguir su juego, sabía que lo dijo haciendo alusión al día que hubo una ruptura de ese algo que tuvimos. Me pregunte si, ¿estábamos rompiendo algo ahora también? o si su mención se debía a que sintió la necesita decir las palabras, que estas solo habían salido de su boca sin poderlo evitar, como fue mi caso en aquella noche —la luna es simplemente hermosa en cualquier época del año.

Suspiro bajando la mirada.

  — ¿Eres feliz? —preguntó de repente, rompiendo el silencio que habíamos instaurado por un largo tiempo.

  — Lo soy —dije sincera, aunque la respuesta era más larga y completa que esa dos simples palabras —¿Y tú? Elegio como respuesta subir los hombros, aunque luego pareció pensar.

  — Supongo, hay mucho que quise hacer y no hice, mucho que quiero... Todavía tengo cosas para cerrar —soltó sin apartar su mirada de la mía quizá para ver mi reacción.

  — ¿Tengo que ver con eso? —me atreví a preguntar, arrepintiéndome casi de inmediato de permitir que se escapara de mis pensamientos y haberla pronunciado en voz alta, me arrepentía también por mi falta de tacto y autocontrol.

  — Si, mucho —respondió sin restricción alguna.

  — Espero de todo corazón que un día cuando vuelva a preguntarte lo mismo, tu respuesta sea un sí rotundo —dije mientras apoyaba mi mano en su hombro ejerciendo un leve apretón, note entonces que sus ojos miraron detenidamente el anillo.

    — El anillo que tiene grabado un universo en el —susurro, aunque fue audible para mí y por un momento creí sentir la rueda caliente, pero supuse que se debía a que cuando hablo su aliento choco con mi mano por la cercanía de su boca.

  — ¿Cómo?

  — Es solo que me pareció familiar.

  — Tuve la misma sensación cuando Tay me lo dio —hablé sin pensar —. ¿Entramos? —pregunté zanjando el asunto porque empezaba a tener una sensación de vacío que le atribuí al viento frió que empieza a hacer acto de presencia.

Claro, te ayudo —me ofreció una mano para que me levantara.

QUIZÁ EN OTRO UNIVERSO © [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora