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dos: Kim Taehyung, el viajero.

No podía dejar de examinar su rostro una vez que apreté su mano ante la presentación más extraña de mi vida. No había dudado, es más, en decir que nunca supe de su existencia. Estaba cien por ciento segura que papá no tenía hermanos y que de repente, en su funeral, venga alguien y dijera que era el hermano menor de papá por diez años me hacía cuestionar mucho. Tal vez alguno de mis abuelos paternos, que habían muerto hacía mucho, habían tenido un hijo fuera del matrimonio, de ser así, era la única forma de que nunca hubiera escuchado de Kim Taehyung, ni por asomo.

—Por supuesto que es tu tío, Inna. Tu padre siempre me comentaba de que Taehyung siempre viajaba por el mundo—. Ella dijo bastante segura y relajada. ¿Era así? Me fijé en los ojos caramelos de mi supuesto tío y en su expresión podía notar una ligera felicidad. —¿Cuál dices que fue tu último país que visitaste, Taehyung?

Mi madre se dirigió a él y el mencionado soltó Italia aún sin apartar su mirada sobre mí como si me analizara, como si supiera que no me agradaba su presencia porque todo lo que él había causado era de repente extrañeza y muchas preguntas dentro de mí. Me alejé de ahí y subí las escaleras cuando dije que dejaría unas cosas allí. Mamá al notar la caja entre mi pecho, simplemente dejó que marchara.

Al momento de bajar las escaleras, luego de haber dejado la caja junto con las otras dieciocho que tenía en mi habitación, pude escuchar que incluso la gente comentaba sobre mí tío: "No sabía que Seokjin tenía un hermano", sin embargo el ligero parecido que tenía Kim Taehyung tenía con mi padre indicaba el verdadero parentesco que tenían. Me quedé estática en la escalera mirando hacia abajo, observando mi objetivo varias veces en silencio.

Taehyung portaba un traje costoso de color negro y una camisa que había hecho murmurar a muchos que era una falta de respeto vestir algo que no sea negro o blanco durante un funeral. Su camisa era tan roja como la sangre. Él era un poco, apenas, más bajo que mi padre, pero poseían el mismo porte, es decir tenía la misma espalda ancha que les caracterizaba, y ofrecían una imagen bastante elegante. Era guapo ante los ojos de muchas féminas, posiblemente, así como mi padre lo era apesar de sus cuarenta años. Taehyung teniendo solo treinta años posiblemente llamaría la atención en mayor cantidad que cualquier otro de la misma edad en el pueblo.

Me dediqué a observar sus gestos, en cómo hablaba sin arrastrar sus palabras, en cómo sus ojos se hacían más pequeños cuando pegaba sus labios delgados y los convertía en una línea cuando algo parecía no agradarle o ya se había aburrido de conversar y que mi madre le estuviera presentando a casi todos los presentes como si se tratase de un nuevo novio en una fiesta cualquiera.

Taehyung, después de unos minutos, pudo notar que no le había quitado la mirada de encima, y él no paró de mirarme mientras que yo, atrapada en mi acción, empecé a bajar las escaleras. Tenía muchas preguntas para él. Si mamá había dicho que nunca había visto a Taehyung, eso significaba que para cuando él tenía doce años, la edad que tenía cuando yo nací, él ya no vivía con papá. Mamá había conocido a papá cuando tenía este tenía veinte años; Taehyung hubiera tenido diez para ese entonces. ¿Cómo un niño de diez años, sin sus padres, podría viajar por el mundo, solo?

Necesitaba respuestas para eso.

Además ¿No era sumamente extraño que papá nunca me lo mencionara, para nada? Ni siquiera recordaba que él me enseñara fotos con Taehyung o mencionara alguno de sus viajes. Era como si Taehyung simplemente hubiera salido de la nada.

Ante mis ojos todo era sumamente extraño.

Ladeé la cabeza cuando le miraba y empecé a retroceder aún mirándole directamente, diciéndole sutilmente con la mirada que me siguiera. Cuando noté que Kim Taehyung captó mi intención y empezó a andar, di la vuelta. Caminé por los pasillos largos de la hacienda y de vez en cuando volteaba para fijarme que mi "tío" me siguiese. Él caminaba relajado, con las manos en los bolsillos,  mientras una ligera sonrisa se levantaba en su rostro, como si le gustara este juego, un juego que claramente solo existía para él, porque para mí era una casería.