(Narra Paula)
El fin de semana se había acabado, y ambas teníamos que "despertar" de la nube en la que llevábamos desde el sábado, día en que había sido la firma.
Eran las siete de la mañana, y nuestros despertadores acababan de sonar. Ambas los apagamos, algo enfadadas por tener que volver a la rutina. La diferencia es que siempre era yo quien antes se despereza, iba al baño a lavarme la cara y luego a la habitación de Sara a asegurarme de que se levantaba para que no llegase tarde a clase. Caminé hacia la cocina y preparé tostadas para mí y cereales para ella, siempre lo mismo. Al poco, apareció Sara por la puerta, me dio los buenos días y ambas desayunamos sin mediar palabra. Después nos preparamos y salimos por la puerta. Fue ahí cuando empezamos a entablar conversación, a pesar de que el camino a la universidad no era muy largo. Cuando llegamos, nos despedimos, y cada una caminamos hacia nuestra facultad a la espera de que otra aburrida mañana pasase. Entré en clase, saludé a mis compañeros y estuve un rato hablando con ellos hasta que entró el profesor, momento en que cada uno nos sentamos en nuestro sitio y comenzamos, como cada día, a recoger el máximo número de apuntes posibles.
***
Después de cincuenta minutos, la clase había terminado y, como tenía una hora libre, aproveché para ponerme en el reproductor de MP4 la música de Auryn que el día anterior había estado metiendo en él. Sí, la verdad es que esos chicos me habían calado hondo y estaba totalmente viciada a su música, pero algo tenía claro, no lo iba a reconocer ante Sara. De repente, una mano se apoyó en mi hombro, me sobresalté y cambié rápidamente de canción. Me quité los auriculares y miré hacia mi izquierda a la persona que acaba de sentarse a mi lado, era Sara —Menos mal que he cambiado a tiempo—, pensé.
- Qué, ¿ya te has decidido a escuchar a Auryn? —me dijo mientras me quitaba un auricular y lo ponía en su oído.
- Sí, los he escuchado, y no, sigo con mi misma opinión, no están mal pero tampoco me parecen para tanto —respondí anticipándome a la pregunta que veía venir.
- Bah, acabarás cambiando de opinión, ya verás —decidí ignorar ese comentario y opté por cambiar de tema.
- Bueno, ¿y cómo es que estás aquí? ¿No tenías clase?
- Sí, pero no ha venido el profesor.
- Luego tienes dos horas más, ¿no?
- Sí. Te espero en la puerta, como siempre.
- ¡Perfecto! —la hora libre se nos pasó volando entre música y risas y, para cuando nos quisimos dar cuenta, ya nos tocaba volver a entrar en clase.
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Ya habíamos comido y, como cada tarde, justo antes de ponerme a estudiar y hacer trabajos, me encerré en la habitación y me puse a escuchar la música de Auryn. Habían pasado tres semanas y un par de días desde aquella firma y oír sus voces era lo que más me ayudaba a desconectar de todo antes de volver a la vida real. Ese día, a diferencia de lo que ocurría otras veces, no les escuché mucho tiempo porque tenía que ponerme las pilas. Por desgracia, me esperaba una aburrida y larga tarde de estudio puesto que había decidido tomarme de descanso la del día siguiente.
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El martes comenzó con la misma rutina de todos los días anteriores pero no terminó de la misma forma. Ambas fuimos a clase y esperamos a que la mañana se pasase lo más rápido posible, pues ya habíamos hecho nuestros propios planes para esa tarde y estábamos deseando que llegaran. Para cuando terminé mi última clase y salí, Sara ya estaba esperándome en la puerta para poner rumbo a casa mientras conversábamos animadamente. Al llegar, dejamos el bolso y los apuntes en nuestras respectivas habitaciones y comimos mientras veíamos un capítulo de Los Simpsons. Al terminar, recogimos todo, nos lavamos los dientes y comenzamos a prepararnos.