(Narra Paula)
Me desperté con una extraña sensación de haber soñado algo pero me fue imposible recordar el qué, solo me venía a la cabeza una imagen de dos personas mirándose fijamente, cuyos rostros no conseguía ver con claridad. Miré el despertador, que marcaba las 6:57, y lo apagué para que no sonase. Como cada mañana, fui al baño y pasé por la habitación de Sara para despertarla, pero la vi tan a gusto que decidí preparar el desayuno y llevárselo a la cama. Aún estaba algo afectada por el constipado que había tenido los últimos días. Y sí, cuidaba a mi amiga como si fuese más que eso, y ella hacía exactamente lo mismo conmigo. Nos queríamos como hermanas.
- ¡Buenos días, sister! Te traigo el desayuno —me apresuré a decirle mientras se desperezaba.
- Oh, Paula, no hacía falta, ya estoy mucho mejor —me dijo con una cómplice sonrisa.
- Ya sabes que me encanta cuidarte. ¡¿Quién sino lo haría?!
- Ains, ¡cómo te quiero!
- Y yo a ti —le dediqué una tierna sonrisa—. Anda, date prisa que no quiero llegar tarde.
***
El día transcurrió como cualquier otro de la semana. Por la mañana fuimos a la universidad, cada una a sus respectivas clases, a la hora de comer volvimos a casa, pasamos la tarde entre apuntes y trabajos, y, por la noche, cenamos juntas y vimos la televisión un rato.
- ¿Qué tal han ido las clases hoy? —preguntó Sara mientras ambas íbamos a la cocina a por un Cola Cao antes de dormir.
- Las clases bien pero demasiados trabajos. ¡No doy a basto! A este paso, me voy a tener que clonar —me reí.
- Buff, yo estoy igual. Cada profesor se piensa que solo existe su asignatura cuando tenemos otras cuatro más —bufó.
- Necesitamos un descanso. Nos merecemos unas vacaciones, Sara.
- Pues sí. Tenemos que planear algo en cuanto acabemos los exámenes.
- Estoy de acuerdo —choqué mi mano con la de Sara mientras daba el último trago a mi taza—. Bueno, creo que es hora de irse a dormir que mañana nos espera otro laaargo, laaargo día.
- Sí, ¡buenas noches, Paula! Que sueñes con tu príncipe azul.
- Y tú con tu ranita —nos echamos a reír—. ¡Buenas noches, sister!
***
Al día siguiente casi llegamos tarde a clase y esta vez no fue por culpa de Sara, sino por la mía. Me pasé unos veinte minutos buscando mi camisa con topitos blancos por toda la casa pero no la encontré. ¡Cómo odiaba eso! Me encantaba la ropa y no podía soportar perder algo.
- A ver, recuerda cuándo fue el último día que te la pusiste —Sara intentaba calmarme.
- No, Sara, hace mucho que no me pongo esa camisa. ¡¿No ves el tiempo que hace?! ¡¿Cómo quieres que me la ponga con este calor?!
- Pues entonces, ¿para qué la buscas? Hoy también ha salido el sol.
- Pues porque quiero llevarla por si... —en ese momento reparé en el último día en que había usado esa camisa—. ¡Ya está! El martes, cuando fui al centro, me la llevé por si luego refrescaba. Debí dejármela en el local de ensayo de Auryn porque en otro sitio... Y espero que esté allí —dije cruzando los dedos.
- Ale, misterio resuelto. ¿Nos podemos ir ya? Que vamos a llegar tarde —dijo Sara medio gritando mientras salía por la puerta.
- Sí, sí, muy bien si está allí pero ahora, ¿cómo hago para recuperarla? —seguíamos con la conversación de camino a la universidad.