(Narra Paula)
El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos y me levanté de un salto. ¿En qué momento me había dejado caer al suelo? Rápidamente abrí a Sara y no tardó en aparecer por la puerta.
- Paula, ¡muchas, muchas, muchas gracias! —Sara se me tiró encima literalmente y empezó a darme besos—. Ahora la que te debe algo soy yo a ti. ¡Dios, ha sido una noche perfecta!
- Sí, sí, pero deja de apretarme tan fuerte que me vas a dejar sin aire.
- Ay, lo siento —se sonrojó—. En serio, sister, ¡te adoro!
- Anda, si no ha sido para tanto. En todo caso, las gracias tendrías que dárselas a Dani. Además, ya ves que Carlos ha venido encantado y, por lo que se ve, habéis hecho buenas migas —le guiñé el ojo.
- Ay, jo, es incluso más amor de lo que pensaba, ¡es encantador! —la sonrisa en la cara de Sara era cada vez más grande—. Y no paraba de hacer bromas. Bueno, ya sabía cómo era, tiene fama de ser el más graciosillo del grupo, pero es que todo lo que me he reído con él.
Estuvimos un rato charlando y recordando cómo había ido la noche con Dani y Carlos y eso sirvió para distraer mi cabeza y olvidar por un tiempo lo que había pasado antes de entrar en casa. No tardamos mucho en irnos a dormir, estábamos cansadas ya que casi no habíamos pegado ojo la noche anterior. Me puse el pijama, me metí en la cama y la imagen de Dani despidiéndose de mí no tardó en aparecer en mi cabeza. Volví a repetirme todas las preguntas que se me habían planteado anteriormente a la vez que aparecieron muchas otras. Estaba feliz pero, al mismo tiempo, hecha un lío. ¿Qué significaba ese beso?
***
Sonó el despertador. ¿En qué momento me había quedado dormida? Eran las diez de la mañana y tenía que levantarme para ponerme a estudiar. Otro día de rutina. Sí, era domingo y no tenía clase, pero no podía separarme de los apuntes. Me lavé la cara para despejarme y fui a desayunar. Tras una hora estudiando, Sara se levantó, desayunó y también se puso a estudiar pero no sin antes pasar por mi habitación para ver qué tal lo llevaba. Apenas pude concentrarme, me pasé la mañana pensando en el beso de la noche anterior y no pude avanzar casi nada.
- ¿Te pasa algo? —me preguntó Sara mientras comíamos.
- Es que no soy capaz de concentrarme y no he estudiado casi nada.
- ¿Y eso a qué se debe? ¿Qué cosa te tiene tan distraída?
- Pues la verdad es que no sé —mentí—, pero como siga así, voy mal.
- Bueno, todos tenemos días malos. Ya verás cómo la tarde se da mejor.
- Eso espero. Por cierto, el fin de semana que viene vamos a León, ¿no?
- Ay, sí, que ya echo de menos incluso al pesado de mi hermano —reímos.
- Sí, yo también echo de menos a mi familia. Parece mentira... Te acostumbras a tenerla siempre en casa y no lo valoras hasta que tienes que pasar largas temporadas sin ella.
- Pues sí... Bueno, dejemos de hablar de esto que al final nos ponemos a llorar.
La tarde fue mejor y recuperé el tiempo que había perdido durante la mañana. Al final pude estudiar todo lo que tenía previsto para ese día. Necesitaba aprovechar bien la semana para adelantar con los trabajos y los estudios, puesto que el fin de semana siguiente nos íbamos a León y lo quería pasar con mi familia, sin tener que preocuparme de nada relacionado con la universidad.
***
La semana había sido bastante intensa para ambas. Las mañanas las pasábamos en clase, las tardes entre apuntes y todas las noches nos habíamos quedado hasta tarde estudiando o terminando alguna práctica. No tuve tiempo para descansar pero cada día me acordé de aquel beso como si hubiese sucedido tan solo minutos antes. Era cierto que Dani no me escribía con frecuencia pero esperaba que me dijese algo después de aquello.