|°Capítulo 31°|

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Enviar a Jungkook a entrenar con los demás reclutados para que en un futuro no muy lejano estuvieran en perfectas condiciones de formar parte del equipo de agentes de la corporación, no le parecía ser una muy buena idea a Jimin. Le aterraba la sólo hecho de pensar en ello, puesto que su instinto proteccionista no soportaría que hirieran a su chico en el entrenamiento, ya sea física o emocionalmente.

Él sabía lo duro y dificultoso que era la previa preparación para ser un agente. Conocía muy bien las posibles consecuencias que uno se podría llevar como regalo. No solo se acababa con lesiones inevitables en el cuerpo, sino también con el orgullo y la autoestima por el suelo, aunque no siempre. Claro que los instructores hacían todo a su alcance con el fin de hacer que los novatos se sintieran débiles, inseguros o temerosos, era una táctica que utilizaban para descubrir quienes eran los que se atrevían a resistir el entrenamiento con solidez, sin rendirse en el acto.

Los típicos comentarios negativos que los instructores soltaban como disparos a los nuevos servían de maniobra, siendo el objetivo clave el de incentivarlos a que demostraran que ellos estaban equivocados. Las críticas debían ser como una fuente de motivación para probar que, como reclutados, sí lo lograrían.

Pero no todos conseguían aguantar la presión, ni el maltrato, ni mucho menos el agotamiento que solían generar los ejercicios físicos relacionados con la fuerza, resistencia, agilidad, coordinación, y demás, por lo que renunciaban a su deseo de convertirse en agentes.

Algunos corrían con ventaja, pues desde más chicos habían sido instruidos en ciertas aptitudes físicas, como resultó ser el caso de Jimin. Durante casi toda su adolescencia, él había tenido un entrenador que le enseñó todo lo que ahora él sabe. Por tal motivo, cuando Jimin fue reclutado, hacía más o menos dos años, no le costó demasiado trabajo adaptarse al entrenamiento.

Él sabía pelear, era ágil en sus movimientos, poseía fuerza en sus brazos y piernas, resistía corriendo, pero, como todos, tenía una debilidad: era pésimo en la puntería.

Le fue muy complicado aprender a disparar justo en el blanco con los diferentes tipos de armas, al igual que con las navajas y las estrellas de puntas filosas. Desde chico, siempre había sido tan malo en la puntería que inclusive, en un principio, hasta le había resultado costoso embocar al momento de mear.

Jimin aún seguía recordando aquel instantes en el que su corazón se aceleró cuando uno de sus compañeros de entrenamiento le enseñó a cómo sujetar las armas y las técnicas de cómo utilizarlas. No estaba nervioso porque era su primera vez interactuando con armas de fuego, estaba nervioso porque era Namjoon quien se encontraba por detrás de él, ayudándole, diciéndole cerca del oído qué tenía que hacer, explicándole cuál era la posición
adecuada y el modo de sincronizar la respiración para disparar. Y él, en vez de concentrarse en lo que le decía aquel chico, se distraía pensando en lo atractivo que era.

Que estúpido, mencionaba Jimin siempre que lo recordaba.

Sea como fuese, él no creía que ese lugar era el indicado para Jungkook, al contrario, le parecía que era el menos indicado. No pretendía que su bebé sufriera de algún daño físico, ni mucho menos emocional, ya que aseguraba que no reaccionaría bien si alguien lo criticaba en lo más mínimo. Jimin quería cuidarlo, quería alejarlo del dolor, quería mimarlo, volver realidad sus deseos, hacerlo feliz... Quería lo mejor para él.

Pero, ¿qué era lo mejor cuándo un grupo importante y letal de personas buscaban la oportunidad de asesinar a Jungkook? ¿Qué era lo mejor cuándo su novio corría muchísimo más riesgo que antes?

Jimin respiró hondo, frustrado ante el hecho de no saber qué decidir. ¿Era buena idea? ¿era una muy pésima idea? ¿qué era realmente? Cruzó sus brazos encima de la mesa, y abatido por la disyuntiva, dejó caer su cabeza sobre estos.

Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora