El día de Jimin iba perfecto. Pasó la tarde entera trabajando con una estúpida sonrisa en el rostro que delataba a grandes magnitudes lo feliz que se sentía aquella tarde de primavera y es que le era imposible dejar de sonreír; el recuerdo de los labios de Jungkook sobre los de él no se apartaba de su mente.
Habían momentos en los que intentaba ponerse lo más serio posible, porque se suponía que era un maduro y profesional agente que debía trabajar con seriedad, pero el pelinegro no podía evitar soltar de vez en cuando una risita tonta en medio de alguna conferencia que ni siquiera sabía de qué asunto iba por su falta de concentración, llevándose en consecuencia las miradas de todos. Hasta que su jefe, cansado de sus actitudes inmaduras, lo obligó a salir de la sala, como si se tratase de una clase de la escuela en la que el profesor echaba a su alumno más molesto. Pero esto a Jimin no le importó mucho, pues su felicidad estaba delante de todo y nada, ni nadie, podría ser capaz de borrar su sonrisa.
Para él, todo en absoluto iba de maravilla. Pero toda esa felicidad que en su ser se alojaba se esfumó de golpe en cuanto regresó a su hogar, en donde lo esperaba con impaciencia el chico de bellos ojos verdes, y escuchó algo que lo dejó temblando.
—Jimin, si no es mucha molestia, ¿podríamos hablar unos minutos a solas? —la voz delicada y suave de Hye Jin se hizo oír de repente, provocando que el pelinegro dejara de respirar por unos segundos.
La expresión de la mujer era seria, alarmante, dándole a entender que no era ninguna noticia buena la que le daría. Jimin entró en pánico por completo ante aquella inesperada
pregunta, su corazón comenzó a dar rápidas y fuertes palpitaciones, puesto que por su mente transitaban las peores y más temibles posibilidades... Jungkook. Miles de interrogantes lo atormentaron sin una minúscula pizca de piedad. El miedo de que lo alejaran a Jungkook de él estaba más presente que nunca y aumentaba a cada milésima de segundo.—Eh, s-sí... c-claro —respondió él con la voz temblorosa, encontrándose en un estado de nerviosismo extremo.
Dicho esto, los dos se dirigieron a la cocina con el propósito de conseguir total privacidad. Jimin ya se lo veía venir, ya podía ver en su mente el futuro desastroso y devastador que le esperaba. Lo sabía, él sabía que esto no terminaría bien, sabía todas las consecuencias que esto le traería y, sin embargo, prefirió complacer lo que demandaba su corazón. Y ahora se hallaba pálido, sintiendo como su presión descendía, mientras aguardaba en silencio a que su acompañante se sintiera lista para hablar.
Pero entonces ocurrió lo más inesperado posible. Hye Jin, abandonando su formalidad, lo abrazó de repente, quebrando en cientos de trozos cada terrible expectativa que Jimin se había encargado de crear en sus pensamientos. La sorpresa que el castaño sintió en aquel instante era
inigualable. Estaba estático, sin comprender nada.—Cinco años pasaron —comenzó a decir la mujer de cabello castaño claro sin deshacer el abrazo, el cual Jimin había correspondido una vez que se relajó—, cinco años en los que distintos especialistas intentaron ayudar y guiar a Jungkook hacia la superación de sus traumas. Ninguno pudo obtener avance alguno y tú, Jimin, no sé cómo has hecho, pero lo has logrado.
El susodicho esbozo una débil sonrisa al escuchar aquellas palabras, sintiéndose de alguna manera orgulloso de sí mismo por haber sido uno de los motivos por los que el castaño pudo finalmente dar ese paso hacia la superación.
—¡Es algo increíble! —exclamó ella con alegría separándose del más joven—. Hoy fue una de esas pocas veces que lo vi tan feliz, tan radiante, tan vivo. Estoy tan orgullosa de él y tan agradecida contigo —dijo mientras se le empezaba a entrecortar la voz y se le cristalizaban los ojos de pura conmoción—, y lo siento mucho que esté actuando de esta manera, es que me emociona demasiado que, luego de tantos años estando estancado, Jungkook decida dar un paso hacia delante. De verdad, gracias, Jimin, gracias por haberte encargado de él desde un principio, gracias por mantenerlo a salvo, gracias por hacerlo sentir como en su casa, gracias por todo.
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Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]
Fiksi PenggemarUn color de ojos quiere dominar: los líderes. Un color de ojos está en peligro de extinción: los débiles. Una corporación del estado lucha por obtener la estabilidad social y la igualdad entre los distintos colores de iris. Park Jimin, un miembro...