|°Capítulo 12 pt.1°|

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Todo estaba marchando a la perfección. La corporación colaboró bastante con Jimin pagando varias cosas, las cuales eran imprescindibles con la llegada de Jungkook a su vida. Siwon inclusive exigió a sus superiores que le dieran un aumento, ya que tenía presente que no era lo mismo estar subsistiendo solo y, de modo repentino, pasar a encargarse de una boca más que alimentar. Sabía que el joven Jeon le generaría muchos gastos y la verdad él no quería que le faltara nada. Estaba tan preocupado con la actual situación del clan, que envió a unos guardias de seguridad para que custodiaran el edificio en el que residia, Jimin pensaba que mientras más seguridad había, más posibilidades existían de que la tasa de mortalidad de los ojiverde no aumentara.

Sin embargo, Siwon no solo se preocupaba por Jungkook sino por todos los jóvenes o niños que fueran dueños de poseer ojos verdes en el país. Todas las centrales de la corporación que integraban el país, a causa de que no existían suficientes personas para mandar a custodiar a cada familia.

En aquel entonces ya había muchas zonas en donde el número de habitantes de ojiverde era nulo. Y esto fue debido a que el clan Black Soul lo tenía todo bien planificado desde un principio. Su primer paso fue examinar zona por zona en busca de los hogares de sus futuras víctimas, el segundo fue idear el modo de ataque y el tercero matar sin dejar huellas. Al inicio les resultó muy fácil, nadie sospechaba de nada, la mayoría decía que era pura casualidad el hecho de ver en las noticias tantos asesinatos seguidos de familias de ojos verdes. La justicia no lo tomo en serio hasta que la cosa se puso seria. La corporación tardó en reaccionar, y para cuando al fin lo hicieron tomando medidas de seguridad extremas, el clan ya había avanzado demasiado.

No obstante, y a pesar de que custodiaran su blanco complicándoles así más su trabajo, el clan siempre buscaba la manera de atacar. Para ellos no era un gran obstáculo la corporación, es más se reían de ellos. No eran más que unos cuantos estúpidos tratando de proteger a quienes solo servían para sonrojarse y quebrarse emocionalmente con facilidad; o eso creían ellos.



De a poco empezaron a llegar los materiales que el personal de su trabajo se había encargado de transportar hasta su edificio. Jimin le había informado a Siwon horas antes lo que más necesitaba; no quería abusarse, pero visto que su jefe le insistió, no se pudo negar. Recibió botes de pintura de varios colores, brochas de todos los tamaños posibles, un rodillo, una cama con su respectivo colchón y por último un mueble mediano en donde Jungkook podría guardar su ropa. Jimin no podía creerlo al ver todas esas cosas ocupando la mayor parte del espacio de su sala.

De antemano le había avisado al jefe que no se presentaría a trabajar por razones muy obvias; esta vez si quería quedarse a toda costa con el pequeño castaño y nadie se lo impediría. A parte de que no sabía con quién dejarlo. Tenía pensando en que, una vez que lo contactaran con Hye Jin —la educadora de Jungkook—, podrían arreglar los horarios para que ella le diera las clases mientras él trabajaba. Le parecía una buena idea.

—¿De qué color quieres las paredes de tu nueva habitación, pequeño? —preguntó el pelinegro, observando la gran variedad de colores que tenía enfrente suyo. Él solo había pedido unos pocos, no el arcoíris entero.

—¿Mi nueva habitación? —cuestionó el menor, confundido, mirando con curiosidad todas las cosas nuevas que había.

—Sí, el departamento tiene una habitación más que no la utilizo para nada —explicó Jimin enfocando ahora la vista en él—. ¿Y que dices? ¿de que color la quieres?

Jungkook se topo con la mirada del castaño, perdiéndose en aquellos orbes tan azules como el cielo de una cálida tarde de verano, tan profundos como una oscura y estrellada noche de otoño, tan hermosos como los copos de nieve que inundaban la ciudad en invierno, tan llamativos como las distintas flores que brotaban en primavera. Jungkook no veía en él solo un par de ojos ordinarios, él veía en cada uno de ellos un universo entero.

—Azul —contestó el castaño tornando una sonrisa en el rostro, haciendo visibles sus bonitos hoyuelos.

Jimin asintió, devolviéndole la sonrisa. Agarró uno cuantos periódicos que todavía conservaba y tomo el bote de pintura color azul, el cual tenía un tamaño medio, no era ni muy grande ni muy pequeño. Solo esperaba que alcanzara para pintar toda la habitación, puesto que había solo uno de ese color. No sabía que haría con el resto de los colores, ya lo pensaría después. Le pidió a Jungkook que se encargara de llevar las brochas y el rodillo, y entonces ambos se dirigieron por el pasillo hasta llegar a una puerta que se situaba justo enfrente de la habitación del ojiazul.

Cuando Jimin había rentado aquel amplio departamento no le interesó cuántas habitaciones tenía, ni mucho menos el precio. Necesitaba con urgencia un lugar donde vivir solo, no deseaba regresar con su familia a pesar de que los quería más que a nada, tampoco deseaba estar estorbando en la casa de Jin; aunque al rubio no le molestara en lo absoluto. Él deseaba estar solo. Y este apartamento fue la primera oferta que le dieron, claro está que no dudó ni un segundo en firmar el contrato.

Se adentraron en la habitación, la cual estaba vacía por completo. En sus paredes predominaba el blanco y era un poco más pequeña que la de Jimin, pero para los ojos del menor era perfecta en tamaño. Aunque no le gustaba la idea de tener un cuarto para él solo, le generaba cierta inseguridad.

Dejó las brochas y demás junto al bote de pintura que Jimin depositó en el piso, para luego dedicarse a observar la manera en como el pelinegro colocaba cada página del periódico sobre el perímetro del suelo que se hallaba cerca de las paredes.

—Me imagino que me ayudarás a pintar, ¿no? —habló el ojiazul al terminar con su tarea. Éste se acercó al bote de pintura y aplicando fuerza lo abrió, permitiendo que el notorio olor a pintura fresca se expandiera en el lugar.

—No... no sé cómo hacerlo —respondió un temeroso Jungkook que jugaba con un hilo suelto de su suéter.

—Te enseñaré y lo haremos juntos —aseguró el pelinegro esbozando una sonrisa en la comisura de sus labios, con la mirada clavada en el ojiverde—. Pero primero quítate ese lindo suéter que sé que no querrás mancharlo.      

Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora