|°Capítulo 13°|

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Jimin estaba sirviendo el café que recién se había terminado de preparar en la cafetera en dos tazas de porcelana. Agarró una de ellas en cada mano y caminó hacia la mesa del comedor. Depositó con cuidado una taza enfrente de Hye Jin, quien ya se encontraba sentada en una postura erguida esperando amablemente a que el pelinegro tomara asiento enfrente de ella, mientras que la otra la dejó sobre su lugar en la mesa. La chica le agradeció y luego ambos endulzaron su café sin mencionar palabra alguna, solo se oía el sonido de las pequeñas cucharas chocando con delicadeza contra la porcelana.

Hye Jin era una mujer de treinta y siete años que se dedicaba a la enseñanza de muchas áreas con respecto a las diferentes materias que se dictaban en una institución. Su cabello largo castaño claro caía como una cascada por debajo de sus hombros, su tez era medio bronceada, poseía algunos diminutos lunares por su rostro y sus ojos eran de color marrón.

Aquella mañana habían arreglado una cita para hablar sobre el asunto académico de Jungkook, aprovechando que el recién mencionado estuviese durmiendo y así era el caso, pues Jungkook se hallaba descansando en la cama de Jimin en consecuencia de que aun no se acostumbraba a dormir solo en su habitación y algunas noches se pasaba al dormitorio del mayor.

Por otro lado, el ojiazul quería cuanto antes que las clases con ella se reanudaran, no solo por el estudio sino también por un tema de que ya no podía seguir llevando al castaño con él al trabajo; Jimin no lograba concentrarse sabiendo que el pequeño estaba intranquilo bajo el cuidado de otra persona que no conocía.

—¿Hace cuánto que Jungkook dejó de asistir a la escuela? —el pelinegro comenzó con su cuestionario después de haber bebido un sorbo del café.

—Desde hace tres años —contestó la mujer con tranquilidad.

—¿Cuál fue el motivo central por el cual se llegó a tomar esta extrema
decisión?

Hye Jin le dio un largo sorbo al líquido caliente que poseía la taza que sostenía entre sus dedos, a continuación analizó la pregunta que se le había formulado e intentó buscar la manera más breve de expresar la respuesta.

—Jungkool sufría de excesivo bullying, toda la vida lo sufrió, pero cuando llegó a la secundaria empeoró, le afectó de tal modo psicológicamente al punto de ocasionarle múltiples ataques de pánico. Sus padres tomaron la decisión luego de que un día en clase los compañeros de Jungkook le quitaron su oso, donde allí lleva siempre con él su inhalador, y en medio de los gritos y empujones que él recibía el asma apareció, nadie le tuvo piedad, cayó inconsciente y estuvo a punto de morir de asfixia de no ser por una profesora que lo reanimo.

Las palabras de Hye Jin atravesaron con violencia el gran corazón de Jimin, cual filosa daga, cada sílaba que pronunció era como un nuevo puñal que lo deñaba cada vez más. Entró en un estado de estupefacción, sin poder creer lo que acababa de escuchar. Le costó una infinidad lograr asimilar la nueva información que recién había adquirido. Le dolía en el alma las imágenes que creaba su mente de un aun más pequeño Jungkook quedándose sin aire en el suelo por culpa de unos insensibles pendejos.

Su instinto sobreprotector se activó, hirviéndole la sangre, sintiendo que el brotaban las ganas de golpear a todos aquellos que alguna vez lastimaron física o emocionalmente al ojiverde. No entendía cuál era la necesidad de ser tan cruel con una personita tan adorable como lo era Jungkook. Si Jimin tuviese la posibilidad de pedir un deseo, desearía haber sido su compañero para protegerlo de todo aquel que quisiera dañarlo, para estar a su lado cuando más lo necesitara y para recordarle a cada minuto que él no dejaría que nada malo le sucediera.

Ahora entendía totalmente por qué sus padres tomaron esa decisión, ahora comprendía por qué Jungkook se negaba a regresar.

—¿Su comportamiento tiene algo que ver con esto? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar luego de haber digerido las palabras dichas de Hye Jin.

Jimin sabía que no era algo muy normal que un adolescente próximo a cumplir diecisiete años actuara de tal modo y por esto quería averiguar la razón del por qué, quería revolver en su pasado en busca de las pistas que lo llevasen a la descubrir la incógnita.

—No precisamente —contestó para
luego respirar hondo—. Tiene que ver con cosas que le ocurrieron mucho antes... Jungkook no tuvo una infancia linda, por años vivió experiencias que lo convirtieron en lo que es ahora —explicó la mujer despacio sin dar muchos detalles—. Y si te preguntas si tiene algún tipo de retraso mental, la respuesta es no, ya que él tiene la misma capacidad de aprendizaje que cualquier otro chico de su edad, quitando a los de ojos negros. Solo que él no quiere madurar, él quiere seguir encerrado en su burbuja, buscando la niñez que nunca pudo tener.

Y Jimin no podía soportarlo más, era demasiado. A diferencia de antes, ya no era un puñal, era un disparo directo al pecho por cada oración. Le surgieron ganas de llorar haciendo que sus azules ojos se aguaran, sin embargo contuvo las lágrimas. Estaba lamentándose por todo lo malo que le había sucedido a su pequeño, por todo lo que había sufrido, pero por otro lado se sentía agradecido de que ahora estuviese a su lado. Jimin se encargaría de darle lo mejor para hacerlo feliz. Si Jungkook ya había pasado lo malo eso significaba que ahora le tocaba lo bueno.

Después de aquello, hablaron durante un rato más sobre las clases y los temas escolares, arreglaron el horario para la conveniencia de ambos y la forma de pago.

—¿Podría verlo un momento?

La pregunta de Hye Jin lo tomo desprevenido, por lo que tardó un poco en reaccionar, aunque la respuesta estaba más que clara; no se lo negaría por ningún motivo. Por lo tanto asintió y le dijo que iría a despertarlo.

Se dirigió a pasos tranquilos a su habitación, dejando a la mujer de ojos marrones sola por un instante. Se adentró al cuarto, cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido y caminó hasta quedar cerca de la cama, donde se encontraba el pequeño castaño durmiendo, acurrucado entre las sabanas y el edredón, con su mantita azul a un lado. No le gustaba la idea de despertarlo, pues adoraba verlo de aquella manera. Tan relajado, tan sereno, tan bonito. Su mirada no podía dejar de contemplar cada facción de su rostro, sus ojos viajaban una y otra vez desde sus desordenados rizos pasando por sus párpados cerrados hasta llegar a sus labios color sandía que estaban entreabiertos.

Le gustaba presenciar aquella perfecta escena, pero más le hubiese gustado estar allí acostado junto a él. Frunció el ceño al pensar en eso y con rapidez lo reprimió ya que no debía. Suspiró y se obligó así mismo a tener que despertarlo, aunque no estuviese deseoso de hacerlo.

La cama se hundió un tanto cuando Jimin se sentó en un costado. Estiró el brazo y comenzó a acariciarle el cabello con delicadeza, sus rizos eran tan suaves bajo el tacto de su mano que le encantaba. Por un momento recordó las palabras de Hye Jin que lo asesinaron por dentro y su semblante se entristeció al imaginarse las cosas horribles que el pequeño que tenía frente a sus ojos había sufrido. Jungkook de a poco se despertó encontrándose con la mirada de desasosiego del otro. Con somnolencia se incorporó, frotándose los ojos y bostezando. Jimin no se resistió y lo envolvió con sus protectores brazos, aferrándose a él como si no existiera un mañana, como si el fin del mundo se acercara. No tardó en quebrarse emocionalmente de modo que le resultó imposible retener las lágrimas.

Cuando más fuerte se suponía que debía ser, más débil era; Jungkook lo debilitaba.        

Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora