|°Capítulo 30°|

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La mañana recién estaba comenzando. La primavera se asomaba con entusiasmo y curiosidad por los resquicios de las ventanas, siendo acompañada fielmente por los apacibles rayos del sol, que iluminaba con su singular brillo el interior de departamento, obsequiándole claridad a la temible oscuridad que se encargaba de reinar por las noches. Esa misma a la que tanto temor le tenía Jungkook, dificultándole el poder conciliar el sueño cuando la luna salía a cumplir su turno. Mas aquel miedo se disipaba al encontrarse acostado junto a su novio: el chico que lo protegía de todo lo que se ocultaba en la tenebrosa oscuridad.

Jimin aquel día se había despertado demasiado temprano sin ningún propósito. Quiso continuar durmiendo, abrazado a su algodoncito de azúcar, pero por más que intentara le resultó imposible volver a dormirse otra vez. Y sin bien estuvo media hora disfrutando del delicioso aroma que emanaba la piel de su chico, en cuanto se percato de que no podría conciliar el sueño de nuevo, con extremo cuidado de no despertar a Jungkook, se levantó de la cama, y se dirigió al baño.

Luego de desayunar un simple café con leche, se pasó la mitad de la mañana limpiando y ordenando el lugar en el que residía junto a su pareja, y cuando hubo acabado, se dispuso a realizar un informe que debía hacer para el trabajo. Estuvo enfocado en eso por un buen rato, hasta que su prioridad número uno en la vida apareció de pie en el umbral de la sala, encontrándose somnoliento. Su rostro adormilado anunciaba el hecho de que recién se había despertado de un profundo sueño.

Jimin lo recibió con la mejor de sus sonrisas, aunque se mantuvo en su lugar, sentado en torno a la mesa que allí había. Jungkook le devolvió la sonrisa, y sin vacilar se encaminó hacia él con pasos seguros. No tuvo ni una pizca de arrepentimiento, ni mucho menos de vergüenza, cuando se sentó sobre el regazo del ojiazul, interrumpiéndole en su trabajo. Lo hizo de costado, de modo que sus piernas quedaron situadas a un solo lado, perpendicular al cuerpo de Louis. Su brazo derecho se desplazó por los hombros de éste, mientras que su mano izquierda viajó hasta llegar a una de las mejillas de su preciado novio, acariciándola. Lo miró a los ojos, sonriendo, observando en aquellos azulados orbes el universo entero, y entonces unió sus labios con los de él en un delicado beso.

—Buen día, Jimin —mencionó el menor en un tono de voz bajo y relajado, poco después de haber dado por finalizado el beso.

—Buen día, amor —contestó Jimin con una grata sonrisa estampada en el rostro, sosteniéndole de la cintura con sus manos.

El pelinegro se sentía muy feliz y orgulloso de que Jungkook, siendo un chico de ojos verdes, de los más tímidos y menos atrevidos, se animara a tomar la iniciativa en situaciones como estas, sin siquiera pedir permiso y sin un rastro de titubeos. Le encantaba las nuevas actitudes que estaba teniendo con él, y solo con él, pero sin duda extrañaba un poco a ese Jungkook más inocente y más inofensivo. Fuese como fuera, adoraba la audacia del menor, aunque por un lado no tanto, puesto que, además de transmitirle su más pura felicidad, debía contenerse y no pensar en algo relacionado con lo sexual si es que deseaba evitarse una erección por su parte. Sabía que el castaño lo hacía a propósito, aun y sin mencionarlo, sabía que él quería tener relaciones.

Desde aquella noche en la que Jungkook había terminado, por un descuido suyo, en un estado de ebriedad, se dio cuenta de las nuevas intenciones de su chico. Sin embargo, el menor no lo hacía a consciencia, él solo se dejaba llevar sin intenciones concretas, y tarde se percataba de que lo que estaba haciendo solo lo llevaba directo a la excitación.

Más allá de eso, no era mentira el hecho de que él quería descubrir sensaciones nuevas junto a Jimin, pero no se atrevía a tomar la iniciativa para alcanzar el objetivo. Él anhelaba que el ojiazul llevara la delantera, mas por lo visto el aludido no tenía la voluntad para concretar su primer encuentro sexual entre ellos. No era por qué Jimin no quería, por supuesto que no. Él deseaba tanto a Jungkook que no entendía de dónde sacaba tantas fuerzas para resistirse a los encantos de hacer el amor con su novio. Pero era una persona bastante firme, y sin importar qué, él estaba decidido a esperar a que el castaño cumpliera sus dieciocho, pues no lo creía moralmente correcto sino.

Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora