|°Capítulo 38°|

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Jungkook sostenía el arma con fuerza, dispuesto a disparar si así lo requería la situación, pero entonces advirtió que a quien estaba apuntando era a Jimin, su Jimin. Su corazón se aceleró espontáneamente, y una sonrisa se hizo lugar en su rostro. Bajó el arma despacio para después soltarla y correr con desespero hasta llegar a los brazos de él. Lo abrazó como si no lo hubiera visto en años. Jimin se encontraba tan anonadado y estupefacto con lo que estaba ocurriendo que no caía en la cuenta de que esa era la realidad, de que no era un sueño, de que en verdad Jungkook estaba allí, abrazándolo. Su Jungkook, su bebé, su razón de ser.

El amor de su vida se hallaba entre sus brazos y él no lo podía creer. Lágrimas de emoción rodearon sus mejillas. Eso era justo lo que más necesitaba. El pelinegro lo sostuvo con fuerza y cerró los ojos, olfateando el dulce aroma de su chico, sintiendo el tacto de su cabello castaño, disfrutando de cada segundo de aquel abrazo, temiendo abrir los ojos por miedo a que sólo fuera un sueño más.

Jungkook fue el primero en apartarse un poco del cuerpo del otro, pero nada más porque moría de ganas de besarlo. Así que lo hizo. Buscó sus labios y los estampó contra los suyos. Sus bocas destinadas a unirse, se encontraron de nuevo después de lo que pareció ser una eternidad. Sus lenguas volvieron a acariciarse tal y como solían hacerlo.

Aquel beso se estaba convirtiendo en el beso más pasional que en toda su vida habían dado. Y no se detuvieron, se besaron hasta que por fin hubieran saciado sus ganas, se besaron hasta que sus labios acabaron entumecidos, se besaron hasta que recuperaron todos los besos perdidos.

—Te extrañé mucho, Jimin, perdóname —musito el menor, volviéndole a abrazar, llenándole de lágrimas la camiseta.

—Tú ni te imaginas lo mucho que te he extrañado yo, mi amor —contestó el ojiazul, llorando, abrazándolo tan fuerte como antes—. Pero no entiendo... no entiendo por qué me dejaste así.

—C-creí q-que me h-habías engañado —susurró sollozando sobre su hombro—, lo siento, Jimin...

—Pero si soy incapaz de hacerlo, ¿por qué has creído eso, Jungkook?

—Porque enviaron a un agente a que me tendiera una trampa y... y... yo... caí —contestó él con tristeza, sin dejar de derramar lágrimas. Se sentía tan bien encontrarse de nuevo en los brazos de su amado que dolía—. Ese idiota jamás me dijo la verdad, y recién hoy me enteré gracias al instructor.

—En idiotez —respondió Jungkook.

—¿Por qué lo dices, Jeon? —cuestionó el instructor extrañado ante aquella inesperada respuesta.

—¿Acaso no te has enterado que Jimin me engañó con ese otro agente? Sólo los idiotas creen en falsas promesas.

—Oh, no —se río ante la ingenuidad de aquel joven—, no es como tú lo piensas...

—No volveré a desconfiar de ti, Jimin —dijo, y le obsequió múltiples besos en los labios—. Quiero volver a ser tu novio, volver a ser tuyo, volver a ser inseparables, volver a dormir juntos, a desayunar juntos, a mimarnos juntos, a arriesgarnos otra vez juntos. A intentarlo una vez más. Jimin, te amo del modo en el que jamás amé a nadie. De verdad, perdóname...

La voz quebrada de Jungkook se apagó debido a que los ansiosos labios de su dulce enamorado se unieron con los suyos, sin permitirle seguir con su habla. Se besaron de nuevo como la primera vez. Los labios de ambos estaban tan necesitados de los del otro que, una vez que se unían, les resultaba muy difícil separarse.

De aquel modo regresaron a ser todo aquello que solían ser en un pasado muy cercano, regresaron a ser pareja, tal y como el destino lo quiso desde un principio, regresaron a ser dos enamorados felices y correspondidos que nada más compartían su amor entre ellos mismo. Jungkook y Jimin volvieron a ser cómplices del secreto más bonito de sus vidas.

—Espera, bebé, ¿dónde has estado viviendo? —preguntó Jimin con severa curiosidad, después de haber finalizado un beso.

—Con mis nuevos tutores —respondió el castaño con una sonrisa, mientras llevaba sus dos brazos alrededor del cuello de su chico—. Me he escapado, quería verte. ¿En dónde estabas? Al llegar a aquí y darme cuenta que no había nadie, y al ver todo este desastre, me asusté... Pensé que te había sucedido algo... Y no me interesa con quién hayas estado, vuelves a verlo y te asesinaré, Park.

—¿Cómo es qué...? ¿Tú...? —el mayor ingresó a un estado de desconcierto, pero decidió concentrarse en el asunto de Jungkook—. Luego hablaremos de ese tema. ¿En serio te has escapado? ¿No pensaste en que podrían estar buscándote, Jungkook?

—Tengo mis estrategias para no levantar sospecha, pero en la mañana tendré que volver. Así que me tienes para ti toda la noche —mencionó el chico de ojos verdes con un aire travieso, sonriendo con picardía.

Su estrategia no era más que la suerte de que sus tutores viviesen en el mismo edificio que Hye Jin, su ex profesora particular —ex debido a que el adolescente ya había ido a rendir los respectivos exámenes a la institución, con lo cual ya había terminado sus estudios—, y por lo tanto, tenía la excusa perfecta para no estar en el nuevo sitio en el que residía. Hye Jin lo salvaba siempre.

—Quiero tenerte toda la vida, no toda la noche —susurró el pelinegro cerca de los labios de su novio, para luego besarlo con cariño. Sus manos situadas en la cintura del aludido, hacían que sus cuerpos se pegaran más entre sí, eliminando cualquier espacio que estuviese en medio de ellos.

—Cuando cumpla dieciocho volveremos a vivir juntos, no falta mucho. Mientras tanto, vendré cada
vez que pueda, amor —aseguró Jungkook acariciándole la mejilla con el pulgar—. Así que disfrutemos del momento.

El menor tenía muy en claro lo que quería, y no había ido hasta allí para fracasar. Él iba a alcanzar su objetivo. De ningún modo se permitiría marcharse del departamento de su pareja sin antes haber saciado sus ansias de hacer el amor con él.

Sin decir palabra alguna, lo convenció entre besos y más besos de dirigirse a la habitación de manera que se pudiera concretar su propósito. No hizo falta parar con los besos para que fuese posible caminar hacia el destino deseado, pues con un rápido y ágil movimiento Jungkook se trepo al cuerpo del ojiazul, enrollando sus piernas a la cintura del susodicho. Jimin consiguió llegar a la habitación con mucha dificultad. Una vez dentro, recostó a su chico encima de la cama. Lo miró con una sonrisa desde arriba, y entonces empezó a dejarle besos por cada zona de su piel descubierta.

—Estoy celoso —admitió Jungkook al momento en el que su novio le desabrochaba sus jeans—, no me agrada saber que estuviste con otro, aunque sé que tenías todo el derecho por el terrible modo en el que te dejé.

—Estaba muy ebrio, Jungkook, no sabía lo que hacía —contestó Jimin, dejando de importarle los jeans de su chico—, y si te sirve de algo, fue un asco. Le vomité encima.

Dicho eso comenzó a besarle la parte baja del abdomen, sin quitar su mirada de él.

Jungkook se rió ante aquella asquerosa información que acababa de escuchar, y aunque le resultara repugnante, de cierta forma, le hizo sentir mejor.

—Procuraré nunca acostarme contigo si estás ebrio —dijo con un tono de voz divertido, mientras observaba el modo en que la lengua de su novio jugaba encima de su piel, al tiempo en que las manos de este bajaban de a poco la tela del jean que hacía no mucho había desabrochado.

—Bebé, si estoy contigo, no necesito alcohol —aseguró con sinceridad, y se dispuso a ascender por su cuerpo hasta llegar a los hinchados labios de su bonito chico de ojos verdes con el único propósito de besarlo tan bien como sólo él sabía hacerlo.

Peligro de Extinción (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora