Largué mi partida

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De entre tantas ubicaciones, encontré una. Ahí largué mi partida. Quería llegar a esa meta, quería llegar a donde pensé que era mi destino, de ese modo encontraría mi triunfo, mi victoria. Comencé a dar mis primeros pasos, no fueron firmes, no fueron seguros. Ni siquiera sabía bien por dónde ir, no tenía la menor idea de con qué me iba a topar. Hice un análisis con meras premoniciones y a medida que avanzaba me iba dando cuenta de que la mayoría de ellos estaban tan lejos del acierto, como aquel que tira contra un arco. Eso no me detuvo, seguía con un paso cada vez más firme, porque había advertido que cuanto avanzaba, más facilidad tenía para seguir. No voy a negar: fueron tantas y variadas las experiencias que atravesé, que mis emociones y sentimientos intentaron llevarme una y otra vez a un destino muy diferente al que había elegido esa vez, al que me había propuesto. Aun así, no me iba a desviar, sabía lo que quería. Tenía un propósito de vida que yo mismo me había dado y sentía que por él transcendía. Así pasaron los días, los meses y los años, hasta que un buen día llegó lo tan anhelado. Eso que aquella vez fue solo un sueño, casi una fantasía, se cumplió. Fue tanta la emoción, la alegría que sentía. Salté, bailé y lloré mientras me reía. Recuerdo que con mis amigos hicimos una gran fiesta aquel día. En ese momento pensé que ese era mi triunfo, mi gran victoria. Pero los días no se detuvieron ahí. Como es lógico, hubo nuevas experiencias y con algunas de ellas me sentí caer. Cuesta, y bastante, llegar a la cima. Aunque más cuesta permanecer en ella. Para llegar a ella hace falta labor, responsabilidad y disciplina. Aun así, para permanecer en la cima hace falta pura integridad y eso solo lo dará la virtud.

Quizá hoy tenga el triunfo, quizá hoy tenga lavictoria... O quizá no. Pero no lo sufro, ni tampoco lo festejo. Solo buscopermanecer en tranquilidad. Un propósito hoy es la armonía de un alma que nopretende complejos.

Los Misterios de Don GatoWhere stories live. Discover now