XI

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capítulo once
ESTÁ SUFRIENDO

El siguiente día fue lo mismo, Remus no aparecía.

La morena intentaba estar tranquila, pero algo le decía que las cosas no estaban bien, más cuando notó que el grupo de leones se veían demasiado cansados.

Calpurnia quiso acercarse a ellos y preguntarles cómo estaban, aunque la respuesta fuese más que obvia, pero se quedó sin palabras cuando Sirius se acercó a ella con su típica, pero ahora cansada sonrisa.

—¿Te sientes bien? —pregunto Sirius a la morena.

—Creo que esa pregunta va para ustedes...

—Peter comió mucho pollo condimentado y se estuvo echando unos gases bien fétidos —se excusó.

—¡Oye! —se quejó Peter a lo lejos.

Sirius rió junto a la morena, aunque la risa de este era más un suspiro cansado.

—¿Han visto a Remus? Debo entregarle esto —dijo levantando un libro de seres míticos. Aquel que los leones buscaban en la sección prohibida noches atrás.

Sirius le quito el libro con enfado.

—En primera, Remus está con su familia de vacaciones en Hawaii —contestó ojeando el libro.

—¿De vacaciones en Hawaii? —lo miró incrédula y Sirius suspiró.

—Obvio no, su papa se enfermó y tuvo que ir a cuidarlo —respondió con obviedad.

—¿No que había sido su mamá ? —preguntó confundida la serpiente.

—Y su mamá, al parecer les dio fiebre de dragón —bufó Sirius—. ¿Por que preguntas tanto, te gusta?

—No...

—Aún así, debes admitir que yo soy mejor que él —dijo el pelinegro peinando su cabellera hacia atrás.

Calpurnia rodó los ojos y lo empujó leve con una sonrisa.

—Debo ir a clases, cuando lo vean, le dan el libro.

—Lo haré.

—Gracias —sonrió depositando un beso en la mejilla de su amigo, para después desaparecer entre la multitud de los pasillos.

—¿Le darás el libro? —preguntó James.

—Claro que si, pero ahora el no esta en sus cinco sentidos y ella tiene que entender.

—¿Entender algo que no sabe?

—Pronto lo entenderá.

—¿Planeas decírselo?

Sirius no contestó nada, pues igual dudaba de decirle a la morena el secreto de Remus.

—Si fuera tu, no confiaría en ella. No es nuestra amiga.

—Remus la considera su amiga, pero sobretodo es la mía también y la conozco perfectamente.

—¿Confiarle algo tan delicado a una persona que apenas conocemos, cuando Remus tardó tiempo en confesarlo? Solo medita un poco en ello o podrías estar poniendo a todos en peligro —finalizó James saliendo del aula.

—Yo si confío en ella —comentó Peter acercándose.

—Lo que no entiendo es porqué James no.

—Lo sé, te aseguro que si fuera su Lily no objetaría.

—Exacto, además, ella se lleva bien con lunático. Tarde o temprano deberá saberlo —expresó con cierto desdén.

—Creo que veo celos en ti, amigo —comentó Peter juguetón.

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