XV

3.2K 533 121
                                    

capítulo quince
MISIÓN MANDRAGORA

—¿Un mes con esa cosa en la boca? —preguntó Peter con demasiada sorpresa.

—Si, igual se debe recitar un conjuro y se deberá ingerir la poción elaborada con la hoja en medio de una tormenta eléctrica —prosiguió Calpurnia con el libro de hechizos avanzados entre manos.

—¿En medio de una qué? —abrió los ojos con pánico.

—De una tormenta eléctrica.

—¿Eso no es peligroso, cierto? —preguntó Peter con voz temblorosa.

Calpurnia ladeo un poco su cabeza.

—¿Eso que significa? —la miró con terror.

—Significa que si puede haber complicaciones.

—¿Qué probabilidades existen de que nos caiga un rayo encima y nos mate? —volvió a preguntar Peter.

—Créeme, eso es lo de menos —comentó Calpurnia.

—No creo que haya algo peor que morir pulverizado por un rayo —expresó Peter con ironía.

—Pueden morir ahogados por la hoja.

—Creo que sigue siendo peor que te pulverice un rayo.

—Un rayo te mata al instante, mientras que la hoja puede provocar asfixia, lo cual significa una muerte lenta —contestó la morena.

—Esto es una misión suicida... —musitó tembloroso Peter.

La puerta se abrió dejando ver a Sirius y Remus mojados, pues estaba lloviendo a cantaros.

—El huerto está vacío —dijo Remus.

—Maravilloso —suspiró la morena.

—¿Qué sucede? —preguntó Sirius al ver a Peter con semblante dubitativo.

—Le preocupa morir ahogado con la hoja —suspiró la serpiente, cruzándose de brazos.

—Peor que eso, pulverizado por un rayo —añadió Peter con notable preocupación.

—¿Eso es todo? —rió Sirius.

—Yo si amo mi vida —dijo irónico el rubio.

—Tranquilo, no pasará nada. Las posibilidades son más bajas que ser pillados robando las hojas. Igual he estado ideando algo para que puedan lograr tener la hoja en sus bocas sin tragársela o ahogarse —dijo Calpurnia dando palmadas en el hombro del rubio.

—Tranquilo, solo piensa en el animal en el que deseas convertirte... —le animo Sirius.

—¿Un oso gigante? —lo miró el rubio.

—¡Claro! Lo gordo ya lo tienes —expresó alborotado su cabello.

—Debemos darnos prisa, no tenemos mucho tiempo para entrar al huerto —habló Remus.

Los dos leones se levantaron del asiento, el rubio más animado que antes. Calpurnia tomó su abrigo impermeable para ponérselo, esto alarmó a Sirius.

—Tu no irás duquesa —la detuvo tomándola de su hombro.

—¿Por qué no?

—Está lloviendo.

—¿Eso es todo?

—No quiero que te ensucies o que te accidentes. Y si nos atrapan, también te meterás en problemas.

Calpurnia frunció ambas cejas mirándolo a los ojos y le dio la espalda.

—Soy parte de esto también —contestó.

LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora