XIII

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capítulo trece
AYUDA INMERECIDA

Si algo estresaba a Calpurnia, era no poder dormir cuando de verdad quería hacerlo. Muchas veces debía beber morfero para lograrlo, pero ahora mismo no quería sentir aquel sabor amargo. Se había leído varios libros, había jugado un rato con su varita y había cantado un poco para ver si así lograba dormirse, pero no, aun después de todo, seguía muy despierta.

Desesperada, tomo su túnica y sus pantuflas y salio de su sala común en dirección al baño de mujeres. Después de lavarse las manos salio del baño de vuelta a su habitación. Cuando la morena doblo uno de los pasillos, alguien le cubrió la boca y la atrajo de su túnica hasta acorralarla en una esquina.

Calpurnia estaba a punto de gritar a todo pulmón por ayuda, cuando tres leones salieron de la capa de invisibilidad: eran Sirius, Peter y Remus. La morena suspiró aliviada y quitó la mano de Sirius de su boca.

—Solo son ustedes... —suspiró.

—¿Tienes la noche libre? —preguntó Sirius sin rodeos confundiendo a la morena.

—No, tengo una cita con Nicolás Flamel... —contestó con sarcasmo.

—¿En serio? —preguntó Peter con asombro.

—Es sarcasmo  —suspiró Remus.

—Desearía que fuese cierto —comentó Calpurnia.

—Duquesa, necesitamos tu ayuda —dijo Sirius tomándola de los hombros.

Calpurnia se cruzó de brazos, pensándolo unos segundos que para los leones fueron eternos.

—¿Qué tipo de ayuda? —preguntó la morena con el ceño fruncido.

—No podemos decírtelo aquí, alguien podría estar escuchándonos —comentó Sirius.

—Filch, por ejemplo —añadió Peter.

—Puede quitarnos el mapa y eso nos puede meter en serios problemas —continuó Remus.

—¿Mapa? —preguntó confundida.

—Ven con nosotros —dijo Sirius tomándola de la mano y guiándola por los pasillos.

El grupo de amigos salieron completamente del castillo en dirección al sauce boxeador el cual bajo un hechizo inmovilizaron. Los cuatro pasaron por debajo de este y cruzaron el túnel hasta llegar a la casa de los gritos.

Los cuatro entraron a la casa, encontrándose con James, quien leía desparramado en uno de los sofá que habían en la estancia. Al ver el chico a la morena entrando a la casa con sus amigos, no hizo más que mirarla con cierto desagrado para después ignorarla.

Calpurnia se sentía mal, se sentía como un estorbo para el chico pero le ponía peor el no saber la razón.

—¡Por fin libertad! —gritó Peter tirándose en la cama.

—¿Quieren cerveza de mantequilla? —preguntó Remus sacando un jarrón y unos vasos de un viejo estante.

Calpurnia asintió y Remus le sirvió un poco.

—Iré por el mapa... —comentó Sirius, antes de ir escaleras abajo al sótano de la casa.

James le siguió segundos después, interceptándolo cuando el león venía de regreso con el mapa en las manos.

—¿Qué estás pensando hacer? —preguntó James.

—Le enseñaré el mapa a Calpurnia —contestó Sirius intentando pasar a un lado de James, pero éste le impidió el paso.

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