Vi la cara de asombro de Pryor mientras miraba cuán grande era la mansión de los Phan, la millonaria familia de Chelsea.
La música se escuchaba tanto que sentía la vibración en mi cuerpo y fue cuando me giré hacia Pryor, quien me miraba como si se sintiera fuera de lugar. Sonreí mostrado los dientes y rodeé su muñeca con mi mano estirando de él para que me siguiera. Nos abrimos paso entre la muchedumbre hasta que vi la cabellera azabache de Chelsea.—¡Chelsea!—Le llamé y se giró hacia mí sonriente. Se notaba que lo estaba pasando bien. Había mucha gente por todas partes, la gran mayoría bailando y otros riendo en pandillas. Chelsea se acercó a nosotros con dificultad. Se notaba que le era difícil andar con tacones, pero ella le ponía empeño.
—Hola Claire.—Me saludó, tras ello me dio un abrazo fuerte, los abrazos que eran capaces de reconfortar a cualquier persona.
Una vez nos separamos, miró a Pryor entrecerrando los ojos.—Te pareces a mi profesor de literatura.—Dijo Chelsea examinándolo de arriba abajo.
—¿Profesor de literatura?—Preguntó Sadie con ansia y curiosidad entrando en la conversación.
—Oh bueno, él es Pryor... mi primo lejano.—Mentí fingiendo una sonrisa.
—Oh, pues eres muy parecido al profesor Heller, es tan atractivo...—Confesó Sadie, Pryor se rió por lo bajo. Con el tiempo descubrí que Pryor era de risa fácil. Comencé a pensar que Sadie se estaba comenzando a obsesionar con Jayd y aquello en el futuro acarrearía malas consecuencias.
—Soy Sadie Miller.—Se presentó Sadie dejando un beso sobre la mejilla de Pryor. Sería muy extraño ver a Pryor salir con alguna de mis amigas, aunque aquello era realmente improbable.
—Yo soy la organizadora de la fiesta, Chelsea Phan.—Se presentó Chelsea también. Debía admitir que ambas estaban preciosas. Sadie llevaba su pelo castaño recogido en una coleta y vestía un vestido rosa lleno de glitter bastante corto y sexi. Chelsea llevaba el pelo ondulado a la perfección y vestía con un vestido rojo burdeos de tirantes que era ceñido, al igual que el mío.
—Tengo que ir al baño.—Dije, todos asintieron con la cabeza. Mis amigas se llevaron a Pryor a conocer a gente mientras que yo subía las escaleras de aquella mansión con rapidez. Llevaba orinándome desde que me subí a la moto de Pryor. Habían grupos de personas por los pasillos fumando y charlando que sonrieron al mirarme. Me concentré en encontrar el baño de entre tantas puertas, hasta que al final lo encontré. Hice mis necesidades y cuando terminé me puse frente al espejo y me miré. Estaba bastante guapa. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a mi padre detrás de mí, con la cara que ponía mientras me violaba. No era él, era su reflejo, el cual siempre me acompañaba allá donde fuera. Sin decir nada, vi cómo se ponía detrás de mi y acariciaba mi hombro. Mi piel se erizó, aquello era realmente espeluznante. Sacudí la cabeza para no verlo y me apoyé sobre la pila del baño. Miré al techo y me paseé por la habitación intentando relajarme con respiraciones profundas. Y salí del baño intentando sonreír. Bajé las escaleras las cuales estaban decoradas con una alfombra roja que iba a la perfección con la decoración oriental de la mansión y fui al núcleo de la música, el salón de baile. Busqué a Sadie, a Chelsea o a Pryor, pero había mucha gente y la iluminación no ayudaba. Estaba sofocada, había mucha gente en aquel lugar. Descansé en una pared apoyando la espalda en ella y seguí buscándolos con la vista, pero nada.
—Bonito vestido.—Me dijo Brooklyn, la chica a la que todo el mundo le preguntaba por qué tenía el cabello liso y no afro si era de descendencia africana. Me caía bien, era simpática y bastante guapa. Sonreí.
—Lo mismo digo Brooklyn.—Contesté.—Por cierto, ¿has visto a Sadie o a Chelsea?—Le pregunté desesperada. Ella asintió con la cabeza.
—Creo que estaban en la cocina.—Me respondió. Le di las gracias y me dirigí a la cocina. Llena de alcohol y comida. Tampoco estaban ahí.
Rendida por no encontrarlos, salí de la mansión para despejarme y que me diera el aire. Me senté en las escaleras. Tampoco me había llevado el móvil por miedo a que me lo robaran, así que me resigné a ver el cielo de aquella noche estrellada.
Alguien se sentó a mi lado, reconocí el perfume al instante, era Andrew. Le miré enarcando una ceja, pero no le dije que se fuera. Su compañía era cien veces mejor que estar sola.

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Claire
Jugendliteratur¿Quién iba a imaginar que Claire, la niña rica y popular del instituto iba a ser maltratada al llegar a casa? La vida de Claire no es tan bonita y lujosa como todos piensan. Su padre, uno de los empresarios más exitosos de la ciudad, en realidad es...