15. La impactante noticia.

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El fin del viernes llegó y con ello, el sábado. Día en el que Chelsea y yo iríamos a visitar a Sadie.
La curiosidad y la preocupación nos carcomía, no podíamos pasar ni un segundo más sin saber qué le estaba pasando a nuestra mejor amiga.
Toqué al sonoro y familiar timbre de la mansión Miller y esperé junto a Chelsea. Tragué saliva por los nervios y la puerta se abrió. Era Casandra Miller, la madre de Sadie.
Tenía unas ojeras algo pronunciadas y su pelo castaño recogido en un moño despreocupado y deshecho, no era común ver a un Miller sin arreglar, algo importante debía de estar pasando en aquella casa.

—¿Venís por Sadie verdad?—Preguntó. Su voz era quebradiza y más grave de lo normal. La señora Casandra había llorado mucho.
Chelsea y yo asentimos con la cabeza rápidamente en su respuesta.—Pasad, está en su habitación.—Añadió invitándonos a entrar. Cerró la puerta una vez estábamos dentro y Chelsea y yo nos miramos incómodas. La mansión olía como la recordaba. Una mansión en tonos blancos y dorados con una limpieza impecable y una decoración envidiable y simétrica, el hogar de Sadie.

Subimos las escaleras rápidamente y una vez en el pasillo que llevaba a su habitación miré a Chelsea.

—Procura no ser muy bruta, algo grave está pasando aquí.—Susurré cogiéndola del hombro.

—Ya lo sé, tendré tacto.—Contestó también entre susurros.

Avanzamos por el pasillo en total silencio y una vez llegamos a su habitación abrí la puerta lentamente. La gran habitación de Sadie olía a cerrado y se podía escuchar un leve gimoteo proveniente de su gran cama. Avancé dentro de la habitación al igual que Chelsea y Sadie salió de entre sus mantas y cojines. Estaba abrazando un peluche de un oso que le regalé en San Valentín porque se sentía triste al no estar una relación. Fue cuando teníamos trece años.

Estaba despeinada, llevaba una sudadera y tenía la cara hinchada, los labios le temblaban y sus mejillas brillaban gracias a las lágrimas.
Fuera lo que fuera que le había pasado, le había hecho llorar mucho.

Chelsea y yo nos sentamos en el borde de la cama y nos miró sin decir nada.

—Hola Sadie.—Murmuré. Le cogí la mano, temblaba y estaba caliente.

—¿Cómo estás?—Preguntó Chelsea.

Sadie sonrió débilmente y se señaló como queriendo decir "ya sabéis cómo estoy."

—Estábamos preocupadas, no respondías a nuestras llamadas.—Añadí en tono triste.

—Pensábamos que habías muerto.—Dice Chelsea en tono dramático. Sadie y yo nos reímos y me siento feliz al verla sonreír.

—Yo también os he echado de menos, me alegro de que estéis aquí chicas.—Dijo. Sorbió por la nariz y se secó las lágrimas. Nos dimos un abrazo de tres, estaba segura de que Sadie lo necesitaba.

Una vez nos separamos, pensé que era el momento de preguntarle qué le estaba pasando ya que la situación daba a entender que no era nada bueno.

—¿Qué te dijeron en el hospital?—Pregunté. Le apreté la mano con cariño como dándole fuerzas y ella miró hacia abajo, se quedó en silencio por unos minutos incómoda.

—Yo... Vais a odiarme.—Dijo. Se le quebró la voz y comenzó a llorar.

—Sadie, sea lo que sea, somos tus amigas y vamos a estar siempre. ¿Lo sabes verdad?—Dijo Chelsea sonriendo débilmente.
Sadie levantó la mirada y respiró profundamente.

—Estoy embarazada.—Dijo mientras lloraba desconsoladamente. Mi corazón se paró por un instante. La boca de Chelsea se abrió por la impresión y yo sólo podía mirar a Sadie con los ojos abiertos como platos.
Todo comenzaba a cobrar sentido una vez más.
Las nauseas, los vómitos, eran síntomas de la primera semana de embarazo.

ClaireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora