El fin de las clases del lunes llegó y con ello, el primer entrenamiento de las animadoras. Chelsea y yo estábamos realmente emocionadas pero por otra parte tristes, ya que no sabíamos nada de Sadie.
Nos dirigimos al campo de fútbol artificial del instituto, ya estaban todas allí y ya nos habíamos puesto nuestra ropa deportiva.—Bienvenidas a vuestro primer entrenamiento del club de porristas del curso.—Anunció Astrid, sobre la primera grada empezando desde abajo. Todas aplaudimos, la ambición se podía palpar en el ambiente y aquello era lo que mejor me venía.
Me fijé en Chelsea, estaba dirigiendo su mirada hacia la entrada al campo, fue entonces cuando hice lo mismo que ella y me fijé en que Pryor estaba entrando.—¿Ese no es tu primo?—Preguntó Chelsea por lo bajo. Yo asentí con la
cabeza nerviosa. Tras él, entró Jayd. Lo que me faltaba, iba a estar más nerviosa que de costumbre teniéndolos a aquellos dos mirando todo el entrenamiento.
Los dos hermanos se sentaron juntos en la última grada, mirando desde lo alto.Astrid comenzó con el calentamiento, no era nada fuera de lo normal, estiramientos, flexiones, abdominales... cosas normales.
Tras ello, comenzamos con la práctica de una nueva coreografía, debíamos estar impecables para representar al grupo de porristas del instituto de Florida, ya que los partidos de fútbol eran de institutos de distintas ciudades.
La coreografía comenzaba fácil y lenta, era básicamente mover los pompones de un lado a otro y hacer distintas formas poniéndonos en fila.
El entrenamiento terminó y sin importarme que Jayd estuviera en la grada, subí a hablar con Pryor, ya que al menos él no estaba "más raro que un perro verde".
Subía las gradas a paso rápido y mi pelo recogido en una coleta alta me hacía cosquillas en la nuca.
Finalmente llegué, y después de jadear unas cuantas veces hablé sin dirigirle la mirada a Jayd.—Hola Pryor.—Sonreí. Él también lo hizo.—Te abrazaría, pero estoy muy sudada.—Terminé haciendo una mueca de asco. Pryor se rió de mi cara.
—¿Podríamos hablar después?—Me preguntó levantándose de su asiento. Yo asentí con la cabeza y como despedida le di un beso rápido en la mejilla. Bajé a toda velocidad y me fui a los vestuarios a darme una ducha rápida. Cuando salí de la ducha, me vestí con ropa limpia y fui a buscar a Pryor, quien estaba en la entrada del instituto apoyado en una pared cerca de su moto.
—¿Y bien?—Pregunté tomándole por sorpresa. Él se sobresalto un poco y me miró nervioso, iba a decirme algo importante, ya que ver a Pryor sin decir una tontería cada cinco minutos era preocupante. Lo conocía muy poco pero tenía la sensación de que lo conocía de toda la vida.
—Verás Claire...—Murmuró mirando hacia al suelo mientras se acercaba a mí.—Quería disculparme por lo que pasó el sábado.—Dijo mirándome a los ojos. Podía ver en ellos lo culpable que se sentía.—Por favor, perdóname por haberte dejado sola aquella noche. Perdóname por haberme olvidado de ti y por no haber matado a tu padre cuando lo vi apuntándote con la pistola.
Nos quedamos en silencio unos segundos, mirándonos el uno al otro.
—No te pido que me perdones ahora, sólo que al menos lo consideres un poco.—Añadió como un susurro.
Estaba tan feliz porque todo había acabado que no me había dado tiempo en pensar que si Pryor y Chelsea se hubieran acordado de mí, no hubiera estado a un sólo disparo de la muerte.—Te perdono con una condición.—Respondí en tono autoritario levantando el dedo índice. Él me miró sonriente y el brillo de sus ojos volvió de inmediato.—Ven a mi casa esta tarde.—Terminé sonriente por muy mal que hubiera sonado.
Él me abrazó por la cintura con fuerza y me levantó en el aire. Me sentía como una pluma cuando daba vueltas, pero aquello se interrumpió por una tos fingida. Abrimos los ojos, era Jayd junto a Madison. Entonces entendí que tal vez era una costumbre para Jayd quedar con alumnas seis años menores que él y que yo había sido una más en su lista. Tragué saliva y me separé de Pryor.
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Claire
Teen Fiction¿Quién iba a imaginar que Claire, la niña rica y popular del instituto iba a ser maltratada al llegar a casa? La vida de Claire no es tan bonita y lujosa como todos piensan. Su padre, uno de los empresarios más exitosos de la ciudad, en realidad es...