10. Jasper Roberts

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PDV Claire
Mi padre me había arrastrado hacia el salón del pelo. Las lágrimas caían por mis mejillas sin poder controlarlo, en todo momento pensé en que iba a morir en sus manos y pensé en mi madre. En sus ojos azul oceánico mientras me contaba historias para dormir o cuando me cantaba "feliz cumpleaños" todos los 24 de diciembre. Su recuerdo me llenaba de paz, en el momento y en la circunstancia que fuera.

—¿¡Tienes idea del dinero que he gastado buscándote!?—Me preguntó entre gritos. Me encogí en el suelo y me di cuenta de que estaba descalza. Mi padre me propinó una bofetada en la mejilla tan fuerte que mi cara impactó contra el suelo en menos de un segundo. Me quedé tirada en el suelo, esperando a que todo pasara.
—¡Nos vamos de aquí, prepárate para que tu vida sea un infierno y para que me supliques que te mate!—Volvió a decir entre gritos, tras ello me dio una patada en la costilla que me dejó sin respiración unos segundos. No podía pasar aquello, no podía desaparecer sin que todos mis amigos lo supieran, no quería volver a estar a merced de un psicópata como lo era mi padre.
—Ves a hacer tu maleta, ¡ahora!—Añadió acercando mi cara a la suya mientras me cogía del pelo.

—No.—Le respondí con autoridad para mi sorpresa y me levanté del suelo.

—¿Has dicho que no?—Me preguntó mientras se acercaba a mí a paso lento, yo me alejaba a su vez.

—No voy a irme de aquí, ya estoy harta de tus abusos y que me trates como tú quieras. Esto se ha acabado, mi profesor sabe todo lo que me haces y vas a acabar en la cárcel.—Le dije. Se quedó callado mirándome con los ojos inyectados en sangre. Incluso a la distancia que estábamos podía escuchar su agitada respiración.

—¡Retira eso zorra!—Dijo. Cogió un jarrón y me lo lanzó. Aquel impactó contra mi pierna, dejando una gran herida de la cual no dejaba de brotar sangre. Dolía, dolía demasiado y era muy profunda. El suelo se llenó de cristales y me aparté rápidamente. No podía dejar de llorar, jadeaba tanto que mi respiración era tan sumamente irregular que me faltaba el aire.

—¿Por qué me haces esto?—Pregunté con la voz aguda debido al llanto.—Yo... no he hecho nada. ¿Por qué abusas de mí papá? Soy tu hija.—Terminé. Me bajé el vestido a la altura de la herida, se estaba impregnando de sangre con rapidez. Me escocía tanto que quería morir.

—¡Tú no eres mi hija maldita inútil!—Exclamó. Cogí aire por la boca sonoramente debido a lo sorprendida que estaba.—¡Tu madre se casó conmigo estando embarazada de Jasper Roberts!—Confesó. Mis piernas se debilitaron y me caí al suelo. Gemí levemente debido al dolor.

—Pero... cómo...—Murmuré. Me había criado por alguien que no era mi padre y había sido violada y maltratada por alguien que no tenía mi sangre. ¿Quién era Jasper Roberts? ¿Por qué mi madre nunca me dijo nada? Estaba segura de que mi padre, Ronald West era mi padre biológico pero sólo quería hacerme daño con sus palabras. Todo me daba vueltas en la cabeza.

—Tú siempre me has dado asco. Era verte la cara y ver la fusión entre Jasper y Elise. Pero ahora te vas a reunir con la puta de tu madre.—Dijo mientras sacaba una pistola de un armario y me apuntaba con ella.
Me temblaba todo el cuerpo. ¿Iba a morir allí? ¿Sin saber la verdad sobre Jasper? ¿Sin haberme despedido de todos los que de verdad me querían? Cerré los ojos.

—¡Alto ahí!—Dijeron unas cuatro personas al unísono. Abrí los ojos. Por una parte se encontraban Andrew, Pryor y Jayd, y por la otra, entrando por la puerta de la mansión, Zara junto a un grupo de policías armados que apuntaban a Ronald. Estaba tan confundida que palidecí.—Baje el arma, queda usted, Ronald West, detenido por violación y violencia doméstica.—Dijo uno de los oficiales. Zara se acercó a mí corriendo. Estaba como siempre, con su uniforme y su pelo peinado a la perfección mientras cogía la tela de su camisa presionando mi herida.
Ronald tiró el arma al suelo y levantó ambas manos. Estaba apretando los dientes mientras me miraba con furia. Jayd, Andrew y Pryor se acercaron a mí preocupados, habían llegado justo a tiempo para impedir mi muerte. Los oficiales se marcharon de la mansión junto a Ronald esposado. Sin darme cuenta, me habían curado la herida y estaba perfectamente vendada. Yo simplemente en aquel momento no pertenecía a la realidad. En mi mente sólo aparecía el nombre de Jasper Roberts. Tenía que buscar a aquel hombre contra todo pronóstico.

—Claire, ¿estás ahí?—Me preguntó Pryor agitando la mano frente a mi campo de visión. Volví en mí. ¿Cómo Zara se había dado cuenta de todo lo que estaba pasando?

—Ya ha pasado todo.—Me dijo Zara con voz dulce. Tenía muchas preguntas, pero no tenía fuerzas, aunque a pesar de ello sonreí.—Claire, ahora que tu padre no está, me gustaría que supieras que necesitas un tutor legal hasta que cumplas los dieciocho.—Dijo. Sacó una hoja y me la enseñó. Era un folio en el que estaba redactada la presentación de tutor legal y muchas cosas por rellenar. Sin duda, Zara me había salvado la vida en dos sentidos y quería que fuera ella.

—Zara, quiero que seas mi tutora legal.—Dije firme. Ella sonrió como si lo estuviera esperando. Le tenía más cariño a aquella mujer del que pensaba.

—Muy bien, mañana rellenamos los papeles. Puedes estar tranquila, ese hombre no volverá acercarse a ti.—Me dijo. Me abrazó con cariño y correspondí.—Bueno chicos, es mejor que la dejemos descansar, ya es tarde.—Dijo Zara con felicidad. Los tres chicos asintieron a la vez y se dirigieron a la puerta pero no sin antes despedirse.

—Jayd.—Le dije mientras le cogía de la muñeca. Se giró hacia mí.—Por favor quédate esta noche, no quiero estar sola.—Le propuse. Al fin y al cabo Jayd me había ayudado mucho y confiaba mucho en él. Jayd le tiró las llaves a Pryor y el mismo me miró con un atisbo de tristeza. Tal vez se sentía culpable por haberme dejado sola.

(***)

Me tumbé sobre mi cama, mientras miraba a Jayd sentarse a los pies de esta.

—Jayd, mi padre no es mi padre.—Murmuré. Se giró hacia mí frunciendo el ceño y ladeando la cabeza curioso.

—¿Cómo..?—Preguntó. Se sentó a mi lado y me incorporé.

—Mi padre biológico se llama Jasper Roberts. Ronald me ha criado y me ha dado su apellido, pero no soy una West, Jayd.—Le confesé. Necesitaba compartir aquello que rondaba en mi cabeza durante todas aquellas horas.

—Seas hija de quien seas, eres Claire y tienes que saber quién eres siempre.—Me dijo. Acarició mi mejilla y me derretí como la mantequilla. Miré los labios de Jayd, se veían tentadoramente peligrosos. Le miré, él miraba los míos pero ambos sabíamos que no podíamos hacer nada. Tal vez quería besarle por el fulgor del momento, eran demasiadas emociones, y todas juntas. Él levantó la vista de mis labios y me miró a los ojos. Noté mi corazón latir con fuerza. Aquello ni siquiera me había pasado con Andrew, y eso que no había tocado a Jayd.

—Creo que será mejor que nos durmamos ya.—Dijo nervioso alejándose de mí. Asentí con la cabeza y le vi alejarse.

—Jayd, duerme conmigo esta noche, por favor.—Le pedí. ¿Por qué le estaba pidiendo a mi profesor de literatura que durmiera conmigo? Tenía las hormonas disparadas. Él dudó, pero finalmente accedió y se puso cómodo. Se acostó a mi lado, a ambos nos daba vergüenza pero me negaba a dormir sola aquella noche con todo lo que había pasado.
Sin pensarlo dos veces, apoyé mi cabeza en su pecho y me pegué a él. Escuchaba su corazón latir como un loco y yo rezaba porque él no escuchara el mío.
Sin darme cuenta, me quedé sumida en un profundo sueño.

 Sin darme cuenta, me quedé sumida en un profundo sueño

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ClaireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora