14. El rumor

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Ronald se estaba acercando a mí apuntándome con una pistola mientras sonreía de forma terrorífica.
No podía moverme, estaba paralizada y sólo podía temblar, de repente, mi punto de vista cambió, mi padre ya no me apuntaba a mí, apuntaba a Jayden quien tenía los ojos cerrados esperando a su muerte..
Ronald acercó el arma a la frente de Jayd y apretó el gatillo, dejando un gran estruendo que se repitió en mi cabeza una y otra vez.

Arqueé la espalda por la impresión mientras abría los ojos impresionada. Acababa de tener una pesadilla. Mi pecho subía y bajaba al ritmo de mi respiración agitada y yo sólo podía pensar en que comenzaba a volverme loca.

Veía a Ronald en todas las partes.

Pasó por mi mente la idea de visitar un psicólogo, sin embargo miré mi despertador, el cual indicaba que era la hora de despertarse para ir al instituto.
Era viernes, maldije por lo bajo deseando que fuese sábado para no tener que ver a Jayd después de lo que había pasado, después de haber sido rechazada tras habernos besado con el mayor deseo que había experimentado en mi vida.

Me acerqué a mi vestidor frotándome los ojos para coger mi ropa, que consistía en unos pantalones vaqueros negros y una sudadera azul pastel.

Desayuné y pronto Zara me llevó al instituto mientras teníamos una agradable conversación.

Una vez bajé del coche me fijé en el gran grupo de gente que rodeaba a alguien. Me acerqué curiosa, se trataba de nada más y nada menos que Madison.

¿Qué había hecho?

—¡Lo juro! ¡Entraron en el baño y se escucharon sonidos extraños!—Exclamó Madison con emoción. Me fijé en que Brooklyn estaba a mi lado expectante, así que le toqué el hombro y se giró hacia mí dándome los buenos días.

—¿De quién está hablando?—Pregunté entrecerrando los ojos.

—Del profesor Heller y la profesora de educación física. ¡Ya decía yo que esos dos tenían algo!—Contesta con una risita. Al instante me invade una sensación de vacío en el pecho que hace que me quede perpleja.

Todo comenzaba a cobrar sentido.

Sin nada que decir, entré al instituto aguantando las lágrimas mirando hacia arriba y pestañeando rápidamente controlando la respiración para no derrumbarme.
Vi a Chelsea abriendo su taquilla pensativa. Los pasillos estaban vacíos y sólo estábamos nosotras, ya que los demás estaban muy ocupados escuchando a Madison.

Sadie tampoco había venido.

—¿No sabes nada de Sadie verdad?—Pregunté en voz baja con el ánimo por los suelos. Chelsea se giró hacia mí con la mirada vacía y negó con la cabeza. Cerró la taquilla y apoyó la espalda sobre esta.

—¿Y si se está muriendo?—Preguntó con la voz aguda como si fuese a llorar. Yo no pude aguantar las lágrimas y pronto se escurrieron por mis mejillas con rapidez.
Era obvio que Sadie no se iba a morir, pero se me habían acumulado las emociones y yo no podía hacer otra cosa que estallar.
Me estaba volviendo loca, Sadie estaba enferma y mi profesor de literatura el cual me había rechazado estaba liado con mi entrenadora.
Todo perfecto.

Chelsea me abrazó y correspondí con fuerza. Gimoteé en voz baja debido al llanto deseando que nadie me escuchara.
Una vez el abrazo terminó, la puerta del aula de profesores se abrió. Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y sorbí por la nariz por instinto para evitar que me vieran nuevamente llorar pero me sorprendí al ver a nada más y nada menos que a Jayd saliendo con su clásica carpeta de profesor.
Él iba vestido como siempre, con sus gafas sin cristal, con su camisa abotonada y sus pantalones vaqueros.
Nos miró de reojo incómodo y desapareció por el pasillo.

—¿Te has enterado de lo de Jayden y Astrid?—Preguntó Chelsea en susurros a pesar de que nadie podía escucharnos. Asentí con la cabeza en su respuesta.—Se veía venir. Más de una vez los he visto filtreando a la hora del recreo.—Terminó y añadí una falsa risita.

(***)

La clase de literatura estaba por comenzar, las manos me sudaban y no podía calmarme. Tenía los nervios a flor de piel pero supe disimularlo y que Chelsea no se había dado cuenta.
Habíamos acordado que el sábado iríamos a la mansión de los Miller para informarnos ya que Sadie no se conectaba a las redes sociales y no respondía a nuestras llamadas. Estábamos verdaderamente preocupadas por ella.

Abrí la puerta, la clase aún no había comenzado pero había bastante gente charlando en grupos en voz baja. Chelsea entró detrás de mí y nos sentamos en nuestra mesa particular.
Suspiré y miré por la ventana intentando no recordar todo lo que había pasado.

Pronto llegó la hora y la clase comenzó con Jayd ordenándonos formar grupos de tres. Chelsea y yo necesitábamos a alguien por lo que Brooklyn se puso con nosotras y planeamos un trabajo de investigación sobre famosos escritores de la historia.

De pronto una chica rubia con muchas espinillas y el pelo recogido en dos coletas le propuso algo al profesor que resonó por toda la clase gracias a lo aguda que era su voz.

—Profesor Heller, ¿tiene usted algo que hacer esta tarde?—Preguntó sin vergüenza. ¿Cómo podía ser tan atrevida? Era un profesor... aunque yo no fuera la más indicada para decirle nada.

—Esto...—Murmuró incómodo Jayd sin saber cómo manejar la situación.
Respiré profundo y me levanté de mi silla con fuerza atrayendo la mirada de toda la clase. Miré a la obsesionada con una sonrisa falsa.

—Betty, ¿acaso no te has enterado? El profesor Heller al parecer ya está muy ocupado con Astrid.—Dije con cierto atisbo de rencor sin dirigirle la mirada a Jayd.

—Oooh, ¡qué intenso!

—¿De verdad están juntos?

—¡Me dijeron que se lo montaron en el instituto!

—Que fuerte...

La clase se llenó de susurros de todo tipo. Jayd me miró, estaba realmente enfadado. Apretó la mandíbula y cogió aire por la boca.

—Claire, fuera de clase.—Me ordenó con la voz más grave de lo normal mientras me señalaba la puerta.
Yo volví a sonreír falsamente, cogí mis cosas y salí de la clase dando un portazo dejando atrás aquel estrepitoso viernes.

Yo volví a sonreír falsamente, cogí mis cosas y salí de la clase dando un portazo dejando atrás aquel estrepitoso viernes

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ClaireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora