Dos semanas más tarde.
Las cosas no habían cambiado en absoluto. Aquellas dos semanas parecían una fotocopia día tras día. Todo era igual, salvo porque Jayd no había vuelto a hablarme y mi relación con Pryor se había estrechado. Pryor al contrario que su hermano me entendía y para él no era un juego.
Sadie volvió al instituto, aunque su estado nos preocupaba. Los últimos tres días sufría de mareos y nauseas constantes, extrañamente, ella no quería ir al médico. Era sospechoso pero intuimos que estaría enferma del estómago.
Los primos Gibson parecían el reinado del terror del instituto. Madison controlaba a quien quería usando su belleza y Andrew había cambiado por completo su personalidad al juntarse con su querida prima. Había sustituido su chaqueta de tela del equipo de fútbol por una de cuero y vestía de negro. Era la sombra de Madison y comenzaba a entristecerme la clase de persona en la que se había convertido Andrew, el brillante jugador de fútbol del instituto.
Estábamos las tres apoyadas en las taquillas viendo a la gente pasar charlando de temas triviales.
—Ahí viene.—Dijo Chelsea por lo bajo con asco. Seguí la dirección en la que miraba ella y allí estaban, los Gibson. O mejor dicho, Madison y su perrito faldero Andrew.
Sadie se mordió el labio inferior y miró al suelo. ¿Por qué se ponía así cada vez que pasaban aquellos dos?
Andrew detuvo su vista sobre Sadie pero siguió caminando ignorándola.Chasqueé la lengua negando con la cabeza. Era decepcionante.
Sadie se puso pálida, el brillo natural de sus ojos se desvaneció y se tambaleó mareada, una vez más. Chelsea me miró asustada sin saber qué hacer.
Otra vez.
¿Qué le pasaba a Sadie?
De pronto perdió la fuerza de las piernas y Chelsea le agarró con fuerza. Sadie tenía los ojos cerrados.
—¡Ayuda!—Grité desesperada. Todos nos miraron y se comenzó a formar un círculo de personas al rededor de nosotras, todos miraban sin hacer nada.
—¡Llamad a un profesor joder!—Exclamó Chelsea tumbando a Sadie sobre el frío suelo, ella movía levemente su cabeza de lado a lado. Aquello no era un simple virus estomacal.
El círculo se abrió. Había demasiada gente. Jayd se arrodilló junto a mí para atender a Sadie.
¿Tenía que ser justamente Jayd?
—¿Qué ha pasado?—Preguntó levantándole las piernas mientras esperaba alguna reacción por parte de Sadie moviéndole la cabeza suavemente de lado a lado sin obtener respuesta.
—Lleva así unos días. Se marea, vomita, esto es grave.—Respondí firme, dejando de lado todo lo que había pasado. Mi amiga era más importante que un malentendido.
—Voy a llamar a una ambulancia.—Dijo y se alejó del grupo.—¡Y todos a clase!—Exclamó. El círculo se disolvió poco a poco junto a un murmullo por parte de los estudiantes y en pocos minutos la ambulancia se había llevado a Sadie.
(***)
El día finalizó pero no quise irme a casa. Era la hora de enfrentarme a Jayd y a la pelea que habíamos tenido. Le esperé pegada a la puerta de su última clase y me quedé al rededor de media hora esperando a que todos los estudiantes abandonaran en centro.
El cálido sol ámbar se filtraba por los ventanales de los pasillos, era realmente bonito el atardecer en Florida.

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Claire
Подростковая литература¿Quién iba a imaginar que Claire, la niña rica y popular del instituto iba a ser maltratada al llegar a casa? La vida de Claire no es tan bonita y lujosa como todos piensan. Su padre, uno de los empresarios más exitosos de la ciudad, en realidad es...