Bryssa ║ ❝Un solo sueño es más poderoso que cien realidades.❞
Bryssa Brandigamo vivía una vida tranquila...hasta que su vena Tuk salió a la luz.
Con una corazonada, Bryssa coge sus cosas y se marcha de casa, rumbo al agujero-hobbit de su primo...
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Las aguas del río eran oscuras y estancadas, con grandes bloques de hielo nadando en su superficie. El fondo era indistinguible y un escalofrío recorrió a Bryssa en cuanto pensó qué podría habitar en él. Ciudad de Lago se situaba en una región pescadora, pero ni el más inconsciente de los hombres se hubiera atrevido a pescar algo en el agua bajo las cabañas, los edificios y los juncos.
Vallhan condujo la barcaza por el canal con la vista fija al frente y una concentración infinita. Bryssa, arrebujada en lo que quedaba de su capa, lo observó en silencio, sus ojos paseándose también por los rostros que, curiosos, asomaban entre las casas y los puentes de madera que actuaban a modo de callejuelas.
Finnarth soltó un suspiro a su lado, inclinando todavía más la cabeza, ocultando su rostro en las sombras de la capucha de su capa raída. Él era, entre los cuatro forasteros a Lago, el que más peligro corría. Bryssa sospechaba, no obstante que, aunque el hombre pudiera haber viajado a Harad, se habría quedado con ellos pese a todo. La promesa de joyas y monedas de oro, al fin y al cabo, resultaba mucho más tentadora y placentera que un altercado con los Elfos.
Írithël y Legolas no habían vuelto a hablar desde que entraran en la ciudad. Tampoco tenían intenciones de hacerlo, se dijo Bryssa. ¿Qué dirían después de todo? ¿Qué había que decir? Ahora necesitaban un lugar en el que quedarse hasta que encontraran la forma de llegar hasta la Montaña Solitaria; el plan estaba claro.
—Podéis... —empezó Vallhan, llamando la atención de todos. Su vista seguía clavada al frente, el timón todavía en sus manos—. Podéis quedaros en mi hogar hasta que repongáis un poco las fuerzas. Podría llevaros a la Montaña dentro de dos días. Primero tengo que solventar unos asuntos aquí.
—No tenemos más dinero con el que pagarte —dijo Legolas—. Y no disponemos de mucho más tiempo.
—Es cierto —dijo Bryssa—, el Día de Durin es ya inminente.
—Ese día es mañana, pequeña hobbit —indicó Írithël. La mediana se giró inmediatamente para mirarla.
—¡Entonces eso significa que Thorin y los demás todavía no han entrado!