Capítulo 6

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El sonido de la suave lluvia golpeteando en el techo terminó por despertarle. Aquello no le molestaba, todo lo contrario, amaba dormir cuando las gotas caían.


Desde su cálida cama observó a medias el panorama que la ventana de cristal podía ofrecerle y dedujo que llevaba ya un rato lloviendo porque todo estaba cubierto por una traslúcida capa blanquecina, la cual adornaba los edificios, los árboles y todo a su paso.


Cerró los ojos de nuevo sintiéndolos terriblemente pesados y se acomodó mejor en cama, colocándose boca abajo y metiendo sus brazos bajo la fría almohada. Inhaló profundamente ante la refrescante sensación, pero tan rápido como lo había sentido, su ceño se frunció al percibir un molesto dolor en sus muñecas.


Cuando decidió revisarlas, sus ojos se aclararon y enfocaron todo. Distintos cortes se extendían por su tersa piel. Por fortuna, no eran lo suficientemente profundas como para causar un daño importante. Aquello se asemejaba rasguños fuertes, pero nada más que eso.


Fue en ese momento que su mente cayó en cuenta de lo que había hecho. Sintió su corazón doler y sus ojos picaron, volviéndose brillosos. No podía recordar exactamente qué había hecho ni en qué momento había quedado dormido. Sólo podía agradecer que una vez en el mundo de los sueños, todo iba bien y sin ningún -otro- problema -más-.


Dejó escapar un suspiro y enterró su cara en la almohada. Aquello estaba cargado de frustración, dolor, decepción y tristeza.


¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo había hecho? Se juró a sí mismo no hacerlo otra vez, y ahí estaba; sin poder cumplir una maldita promesa personal. ¿Será que había vuelto a sus viejos hábitos? No pudo responderse, pero él realmente no quería.


Desvió sus pensamientos a Jackson, quien seguramente seguiría enojado, asumió Mark. Se preguntó de qué manera se tornarían las cosas de ahora en adelante y quiso llorar de nuevo cuando pensó que no habría más oportunidad.


Unos golpecitos en la puerta le hicieron reaccionar y su corazón se aceleró con temor. Aquella particular manera de tocar era casi imposible no reconocerla: suave pero certera. Sabía de antemano que se trataba de su madre.


¿Qué debería hacer...?


Cuando Dorinne entró a la habitación, sonrió cuando la escena de su pequeño Mark recién despertado invadió su vista.


Se acercó a él y se sentó en la cama, allí revolvió su cabello con cariño y se mantuvo brindándole caricias suaves. Aquello era un gesto que siempre la definiría y que Mark siempre agradecería.


La mujer, quien conocía perfectamente a su hijo, notó de inmediato los ojos hinchados del rubio. Se abstuvo de preguntar, sin embargo; pues Mark parecía aferrarse a la sutil caricia de su cabello.


—Es hora de cenar, Markie. ¿Te sientes mejor? — el Tuan menor quiso reír — ¿Tu cabeza aún duele?


Claro, la nota en la encimera. Su madre sólo sabía esa pequeña parte de la historia y sería la única que conociese. Él no estaba listo para afrontarlo, no ahora. Y muy probablemente, tampoco lo estaría pronto.

Wrong Words [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora