Capítulo 10

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Después de haber transcurrido casi tres meses, Mark se da cuenta de que no es tan mala la vida que lleva actualmente. Había aprendido a evadir muchos encuentros innecesarios con los imbéciles que le molestaban. Tampoco le estaba desagradando tanto el irse solo en autobús, pues de alguna manera había tomado aquello como un escape de la realidad al colocarse sus audífonos para el camino.


Pero lo más importante, era el hecho de que Jinyoung había estado acompañándolo de forma regular hasta la mitad del camino. Eso había hecho que Mark ganara una amistad fuerte y sincera con él. Era una lástima que Jinyoung viviese hacia otro vecindario, pues a Mark le encantaría quedarse charlando de tonterías con él. Sin embargo, estaba bien con eso.


Era mejor que volver solo siempre, se dijo.


Otra de las ventajas de regresar con Jinyoung era que, por alguna razón que desconocía y que tampoco quería averiguar, no se metían con él. Siempre que Park estuviese presente, los imbéciles (como Mark había decidido llamarlos) no lo molestaban. De hecho, ni si quiera se aparecían. Era como si Jinyoung fuese una especie de bomba de repulsión para estos.


Sin embargo, no todo podía ser color rosa, por supuesto. En los días en los que el azabache no podía acompañarle, sí que se encontraba con los imbéciles. Es más, lo buscaban incluso a las afueras de la universidad para darle unos cuantos golpes. Aquello había sido algo que no había podido eliminar, sin importar cuánto los evadiera o intentase pasar desapercibido.


Otra cosa que había cambiado un poco, habían sido esos maltratos. Anteriormente eran muy seguidos y en buena cantidad, pero ahora eran pocos. El problema es que eran certeros y dolorosos para él. Los hematomas en su torso y espalda lo podían certificar. Sin embargo, lo que no había cambiado eran las palabras de despedida. Esas se habían mantenido, y a pesar del tiempo, no dejaban de doler menos tampoco.


<< Deberías dejar de existir, asqueroso.>>


<<Eso haría felices a todos...>>


<<Especialmente a Jackson.>>


Por más que Mark había intentado hacer a un lado todas esas frases, las dagas en su pecho cada vez se enterraban más y más profundas. Porque Mark sabía que quizás aquello podía ser verdad, y no podía evitar pensar de vez en cuando que eso realmente podría hacer feliz a todos. A Jackson. Y era aquí cuando sus ánimos decaían tan rápido que se volvía desesperante.


Esto tuvo obvias consecuencias en Mark. Ya no solía ir a las salidas regulares con los chicos, no le apetecía. Su cuerpo le dolía y le pesaba. No tenía las ganas para divertirse. No solía hablar tanto por chat con ellos, prefería dormir. 


Incluso en ocasiones, se le podía encontrar perdiendo el tiempo observando las fotografías que decoraban su habitación. Quizá fuese por su agotamiento, quizá por su falta de interés, no lo sabía. Pero Mark no había vuelto a tomar más fotografías. Ahora sólo observaba las que tenía, como si aquello fuese lo único que necesitara para poder intentar seguir normalmente. Como si perderse en sus hermosos recuerdos del pasado le hicieran sanar sus heridas internas. Y quizá, de hecho, así era. Porque la mayoría de sus fotos, si no es que todas, estaban relacionadas directa e indirectamente con Jackson.

Wrong Words [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora