Capítulo final

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Abrió los ojos con lentitud y luego bostezó, desperezándose. Se tomó unos momentos antes de salir de la cama para empezar su rutina diaria. Ella se sentía física y mentalmente desgastada. Los días se habían vuelto complicados con el transcurso del tiempo. No sólo para Mark, sino también –y especialmente- para Dorinne, por supuesto.


Había que admitir que el cuidado del Tuan, el estar pendiente de sus medicamentos y de estar a su cuidado era bastante agotador. Dorinne podía decir con seguridad que estaba cansada con todo ello, pero le hacía feliz saber que era para un resultado positivo. Parecía que Mark estaba respondiendo positivamente al tratamiento, aparentemente.


Mark últimamente no hablaba demasiado de sus pensamientos o sus problemas y ella podía darse cuenta de que algo ocurría con él. Era su hijo y lo conocía perfectamente. Sin embargo, sabía muy bien que él era testarudo y que no daba su brazo a torcer tan fácil. Ella indagaba, le preguntaba e intentaba medio insistirle. Pero él siempre se negaría a hablar con ella con la excusa de <<Ahora no, mamá. Estoy cansado. Tal vez otro día. >> Dorinne no quería hacerle las cosas más difíciles a él. No cuando él parecía estar mejor y no debía alterarse.


Ella veía el rostro agotado de su hijo, con las ojeras cada vez más marcadas y no le gustaba en absoluto. No sabía el motivo de aquello porque parecía responder bien al tratamiento, aun así, la sombra bajo sus ojos era cada vez peor. Mark estaba mucho más tranquilo y calmado, llegando a parecer casi normal. Lo fuese, quizá, si ella no supiera que su hijo no era tan tranquilo como se mostraba. Sí, Mark nunca fue una persona demasiado ruidosa ni hiperactiva; pero él estaba extrañamente apático. Y a pesar de que había algo que se sentía forzado en ello, lo asociaba al efecto de los múltiples calmantes y medicamentos que debía tomar.


Por otro lado, Raymond Tuan había continuado trabajando arduamente para poder costear los gastos de Mark. Lastimosamente no podía estar presente tanto como quería. Sin embargo, en parte de las noches y en los fines de semana era él quien se encargaba de cuidar a su hijo. Por supuesto, era Dorinne quien estaba llevado la parte más difícil de todas, pero ella estaba satisfecha de que todo tuviese buenos resultados al final.


Ella realmente esperaba ver a Mark sonriendo de nuevo. Era algo bueno que esperar.


Mark, sin embargo, una vez que había terminado de escribir su libro, se había dicho que era suficiente y que estaba cansado de todo. El último mes había sido especialmente difícil; así que él tomó la costumbre de dormir por las tardes en el sofá de la sala. Él, justo después de almorzar, diría que estaba cansado y se acostaría a dormir hasta el final de la tarde cuando ya anochecía. Dorinne, quien en un principio estuvo extrañada por aquello, no se quejó. No cuando sabía que Mark por las noches no estaba durmiendo. Los gritos producidos por el terror de sus pesadillas lo demostraban; despertándola a ella y a su esposo cuando aún no había ni vestigios del sol. Así que si Mark podía dormir -por lo menos- en el día y eso le ayudaba, entonces ella estaba bien con eso. Al menos de momento. Ella quería hablar con él pero estaba esperando al momento indicado para eso.


Fue entonces un día, así de repente, que Raymond decidió hacer algo especial por su hijo. Determinado a darle una sorpresa, él se había tomado un permiso de su ajetreado trabajo para poder almorzar en casa con su familia. Por supuesto, Dorinne era partícipe de esto, ya que al igual que el hombre, ella quería tener un gesto bonito hacia Mark. Probablemente ellos habían decidido aquello para salir de rutina y para que Mark se sintiera más unido a ellos.

Wrong Words [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora