Esto No Es Real

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Esta es la primera parte del maratón por haber llegado a 20k leídos. No sabe lo emocionada que estoy. 

Disfruten su 1/3 del maratón. 

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Cap. 20

El Coach se acercó a todos nosotros mientras nos cambiábamos para jugar. O mientras ellos se cambiaban para jugar y yo para estar en la banca.

—Debido a la reciente epidemia de conjuntivitis, pondré a algunos de ustedes como titulares de prueba. Énfasis en la palabra prueba. —Gritó el Coach.

Todos guardamos silencio, dejando que el Coach continúe.

—Los tres que van a estar de prueba son: Taylor, Stevens, y…. Dios, no puedo leer ni mi propia letra. Es una “S”. Creo que es una “S”. —Dijo, y me emocioné. —No, creo que es una “B”. Si, definitivamente es una “B”. —Todas mis esperanzas cayeron. —Bilinsky.

La emoción me llenó. Brinque y di mil vueltas extrañas, creando mi nuevo baile de la victoria. Todos me miraron extraño, pero no me importó.

— ¡BILINSKY! ¡CÁLLATE! —Y con eso, guardé silencio. —Y finalmente, tendremos dos capitanes. Felicidades, McCall.

— ¿Qué? —Gritó Jackson.

—Jackson, relájate. No te estoy quitando nada. —Lo regañó el Coach. —Esto se trata de combinar dos fuerzas distintas en una sola unidad. Y ahora. ¡Los traseros a la cancha!

Poco a poco, el resto del equipo se fue alejando, hasta que solo quedamos Scott, Jackson y yo.

Jackson se limitó a mirar a Scott agresivamente, y en mi cabeza me imaginé a Scott arrancándole la cabeza a Jackson por mamón.

Salimos rápidamente antes de que mi imaginación se convirtiera en realidad y escuché a mi mejor amigo decirme: —Prácticamente puedo oler los celos.

—Wow, ¿puedes oler celos? —Pregunte, a lo que me respondió algo de la luna llena. — ¿Puedes oler el deseo sexual?

— ¿Deseo sexual? —Preguntó confundido, como si su papá nunca le hubiera dado “la plática”. Oh, espera. Ignoren ese comentario.

—Si. Lujuria, pasión, excitación. ¿La puedes oler? —Pregunté.

—De Lydia, ¿te refieres?

—No, en general.

— ¿De Lydia hacía ti? —Preguntó, insistiendo. Como no estaba listo para admitir que estaba preguntado por Derek, acepte.

—Sí, de Lydia hacía mí. —Al ver su cara, supe que tenía que dar mil detalles. —Necesito saber si tengo oportunidad con esta chica, he estado obsesionado con ella desde tercero de primaria.

— ¿Por qué no le preguntas? —Dice. Las ganas de responder “porque ya la superé” fueron gigantes.

—Para salvarme de la humillación total. Gracias, Scott. —Dije, usando mi sarcasmo como defensa.

Y con eso, Scott me ignoro el resto de la práctica. Supongo que la plática fue un poco incómoda.

En el momento que puse un pie fuera de la escuela, una llamada entró a mi celular. Derek.

Contesté, pero antes de que pudiera decir algo, Derek habló.

—Stiles, dale la vuelta a la escuela y súbete a mi coche. Ya sabes cuál es. —Y con eso dicho, me colgó.

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