Destino

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Tu ya has muerto...
Las palabras de Hera resonaron en su cabeza. ¿Cómo era eso posible?

-¿Qué?-. Susurró Miho muy confundida.

-No era la forma en que quería decírtelo. 

-¿¡De que estas hablando.!?.

-Miho... siéntete por favor. ..

-¡No! Dime de que estas hablando. ¡Explícame!

Hera suspiró.  -Ni siquiera se por donde comenzar...

-Deja de darle vueltas al asunto. Porque dices que estoy muerta.

Hera se levantó y camino a ella lentamente. -Se que debi decírtelo antes-. Hera la tomó de los hombros. -Yo quería ayudarte, pero la maldición  de Ares, esta vez fue mucho más fuerte. En verdad lo lamento, lamento que nunca pueda ayudarte

Miho frunció el seño confundida. De qué estaba hablando Hera. -¿Qué Maldición?

-La herida que te causó Ares con su lanza... fue la causante de tu muerte. En verdad lo siento, creímos que esta vez sería diferente.

-¿Porqué dices eso? ¡Debe ser una mentira!

-Escúchame...-. Le suplico Hera.

Miho se separó de Hera y salió corriendo del lugar.  Le era imposible no llorar tras aquella noticia dada por Hera. Ella no podía estar muerta. Ella quería volver y ver a sus amigos. Ella quería abrazar una vez más a Mei. Por lo menos debió tener la oportunidad de despedirse de todos.

Miho siguió corriendo sin mirar a ningún lado. El sentimiento amargo que la embargaba no la dejaba prestar atención a nada. Cuando por fin detuvo sus pies y miró a todos lados se vio rodeaba de árboles. Había visto un bosque rodeando el páramo de Hera, durante el tiempo que había estado ahí, había observado que los árboles cambiaban de color conforme se veía a la distancia, había visto árboles en color negro, lila, azul y el habitual en verde. Pero nunca había visto los blancos. ¿En donde estaba?

Camino hacia un árbol, y sonrió con Melancolía, el bosque que rodeaba el páramo, día a día le había recordado a sus niños, los niños con los que creció y los niños a quien cuido. Le recordaban a su amiga Erii. Le traían sientos de recuerdos.

Siguió caminando por mucho tiempo más, procurando buscar el camino que había tomado. Y después de tanto tiempo de caminar, no supo a donde ir. Ni siquiera sabía donde estaba, estaba pérdida. Tanto en lo literal como en lo metafórico.

Sin poder evitarlo empezó a llorar de nuevo. ¡Es que su vida no podía ser peor!

Ese solo pensamiento la hizo llorar más, pues al instante recordó que ella ya no tenía una vida.

"Entonces porque lloras si ya no tienes una vida.  Que entonces ya nada puede dañarte "

Miho volvió a sollozar y abrazo sus piernas. ¿Era que esa voz nunca la dejaría en paz? Porqué siempre debía aparecer para hacerla sentir más  miserables de lo que se sentía.

Aunque sus últimas palabras tenían mucha razón, aun muerto ya no podían dañarlo. ¿Entonces si estaba muerta... porqué le dolía tanto el pecho?

Sintió unas manos cálidas posarse en sus hombros, Miho levantó  la vista encontrándose con una hermosa mujer de cabellos negros, ojos mostaza y de piel blanca la cual le sonrio y se arrodillo quedando en la misma estatura de Miho.
Su tristeza desapareció lentamente como si la presencia de aquella mujer aliviara el dolor de su corazón, le devolvió la sonrisa. El que volviera a sonreír como habitual mente lo hacía, seria un milagro, solo sonrió al sentirse segura,

La Etapa Del Caballero [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora