Una Mirada [En Edición]

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Feliz cumpleaños
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Y las circunstancias del día en el que te conocí, nos volvió cercanos, nos volvió de cierta forma, amigos. Y poco después descubrí que eres una gama entera de colores, obscuros y claros.

Los días en el que cumplía un año más o un año menos, depende del cristal con que se mire, no solía celebrarlos, solía ver una película en un canal al azar, en casa, mientras me ataburraba de palomitas.

Y tú lo hiciste diferente.

Decidiste que era buena idea correr en mi dirección con un ramo de gardenias azules, mi corazón se apresuró a latir tan fuerte, ese día, que llegue a creer que moriría de una taquicardia. Recuerdo ese día con detalle, tu respiración forzada, la manera tan galante de correr, la forma en la que la brisa movía tu cabello y esa sonrisa de dientes blancos.

Aún recuerdo la forma en la que tomaste mi mano sin detenerte.

— ¡Vamos, que nos deja el tren!

Y por primera vez, me sentí como una niña.

Y pregunté: — ¿Para dónde vamos?

Y tú respondiste, mirándome — Solo confía en mí.

Aveces creo que ese día descubriste que solo bastaba una mirada tuya para tenerme a tu merced.

El día en que corrimos por primera vez entre la gente agarrados de la mano, fue tan íntimo, lograste desnudar mi alma y arrastrar mis miedos. Me sentí como una niña flotando entre nubes. Y aún peor, fui feliz.

Ese parque de atracciones, ese circo de mala comedia, esa comida poco saludable, ese collar que aún suelo llevar en mi cuello, esa torta con mi nombre escrito y ese beso de despedida en la comisura de mis labios, hicieron que empezará a amar mi cumpleaños.

No, las cosas no, tú lo hiciste.

— Feliz cumpleaños, pequeña.