Una Mirada [En Edición]

17.

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Una distracción
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Como buen abogado, preparaste una buena defensa y pronunciaste un discurso bien estructurado y elaborado sobre por qué te habías distanciado. Como si hubieras estado esperando la pregunta. La universidad se había vuelto más exigente y las tareas más extensas. Ya no había tiempo suficiente para distracciones.

¿Yo fui eso? ¿Una distracción? Pensé que significaba algo más que eso para ti.

Desde ese día en el que recibiste su llamada, se volvió aún más difícil compartir tiempo contigo. Pasé de ser un plan A a un plan B y no logro recordar el momento exacto en el que me convertí en tu última opción.

Dejo de ser una invitada en tu departamento para terminar viviendo contigo. Y pronto, no solo empecé a seguirte a ti, sino también a seguirla a ella. Porque adonde ella iba, tú también ibas.

Dejaste de mirarme y empezaste a olvidarme.

Se te olvidó decir que ese "poco tiempo" tenía una sonrisa bonita, labios rojos, piernas largas y un cabello largo y liso, negro como la noche.

Y esa sonrisa suya me convirtió en cenizas, en un cero a la izquierda para ti.

Tenía reglas, Nolan.

La primera era una regla explícita: no desperdiciar mi tiempo en amores.

Yo no buscaba amarte, y eso es lo peor de todo. Yo no quería querer a nadie, y mucho menos a ti, pero insististe y me hiciste creer que era cosa del destino.

Y ahí me encontraba, desecha por un amor que sembraste, pero que decidite no regar.