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13 Cura y enfermedad

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Cura y enfermedad.
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Habían pasado ciento veinte días desde octubre (desde que decidiste alejarte) cuando recibiste una llamada.

Esa maldita llamada. Esa llamada que uso el destino para reírse en mi cara. Debí haber sabido, que la había usado para abrime los ojos y cerrarme el corazón.
Esa llamada borro la expresión alegre de tu rostro, de repente traías los ojos triste. Quise correr a abrazarte, quise decirte que todo estaría bien pero, no tenía una excusa lo bastante realista que justificara mí presencia en ese lugar.

Recorriste la autopista en tiempo récord, pese que jamás te permitias exceder la velocidad, ignoraste los semáforos en rojo aunque eso pudiera resultar en una multa que manchara tu perfecto historial.

Y pronto nos encontrabamos en un hospital.

Y para mí mala suerte, en medio de tu búsqueda exhaustiva por querer encontar algo o alguien, diste conmigo.

— Jane — Escuché tu voz pronunciando mi nombre... después de tanto tiempo. Mi corazón armo una fiesta en la que tú eras el invitado estrella y mi cerebro me advirtió que luego iba a doler pero, decidí no escucharlo.

— Nolan...

—¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo? — Preguntaste como si realmente te importará.

Estaba siguiéndote, como si de un perro se tratara, anhelando la compañía de su amo meneando la cola de felicidad por tenerlo cerca mientras chilla detrás rogando una caricia. Pero no podía decir eso.

— Chequeos de rutina.

Esa fue mi respuesta barata a tu pregunta. No te costó nada creerme. No te detuviste a preguntar nada más, tenías algo que hacer y yo era una distracción.

Sentí alivio de que no me descubrieras. Pero, algo en mi hubiera querido que me hubieras atrapado mirándote, siguiendo tus pasos.

¿Qué hubiera pasado si te hubiera dicho que te habías vuelto mi obsesión? Que acudía a verte cada tarde en la misma cafetería, que me había mudado al edificio de al frente, que los viernes te seguía hasta casa de tus padres... talvez si te lo hubiera dicho me hubieras gritado: que estaba loca y yo hubiera recapacitado.

Y es que me volví un caos, un manojo de nervios, un ser humano sin límites, los había sobrepasado todos y que no lograba entender lo mal que eso estaba.

Te volviste una enfermedad crónica... que me estaba matando.

Pero, también eras la cura porque sentía que me salvabas con cada mirada, porque cuando te miraba sentía que nada podía ir mal.

¿Cómo es que una enfermedad puede ser tan hermosa y adictiva?

¿Cómo es que una enfermedad puede ser tan hermosa y adictiva?

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Una Mirada [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora