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Una pequeña obsesión.
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Amar es trágico. Nos cambia y nos vuelve seres incomprensibles e impredecibles.

Y es que, odio lo repetitivo, no podría jamás comer lo mismo días seguidos y por ello, Lana, se dió cuenta de que algo estaba mal conmigo.

Y eso que estaba mal, eras tú.

Lana y yo nos hicimos más cercanas en el momento en que empezaste a alejarte sin explicación alguna. Y para ella no fue normal que tomara una taza de té, cada día en la misma mesa de la misma cafetería.

«Podríamos sentarnos en la mesa ocho tiene una bonita vista.»  Me dijo alguna vez y lo justifique convenciendola que este sitio era ideal.

«No te gusta repetir lo mismo todos los días y por si no te has dado cuenta en este lugar solo venden café y el café no te gusta. Entiendo que por eso pides té, pero hay otras tiendas e incluso más cercanas a nuestra facultad» Aquello me lo dijo un viernes y lo justifique diciendo que el té le hacía bien a mi mente y me ayudaba a estudiar mejor y no había mejor té que el se servía en tu tienda de café preferida.

Lana no tardó mucho en notar que pedía la taza más pequeña e incluso así, dejaba el té a medio tomar.

Y un día me enfrentó — Este es lugar perfecto — asentí, con la mirada fija en un punto exacto — El lugar perfecto para observar todo el sitio sin que nadie se percate de ti o de que él no note que lo espías — Desvíe la mirada de tí y mis ojos se encontraron con los de ella.

Lana, eso no tiene nada que...

— No me mientas, Jane.

Tenía razón.

Te habías vuelto una pequeña obsesión.

Cada día, hora, minuto y segundo tenía la intensa necesidad de saber de tí.

¿Qué hacías?

¿Con quién estabas?

¿Por qué te habías alejado?

Y por un tiempo creí que solo necesitaba buscar respuesta a la última incógnita. Pero, era más que eso.

Y ese día me di cuenta que te amaba más allá de la razón. No pude ver a tiempo que poco a poco me empezaba convertir en tu sombra.

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Una Mirada [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora