Capítulo 17

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Capítulo 17: El clásico "Gryffindor contra Slytherin"

Me desperté temprano el sábado por la mañana y me quedé un rato en la cama reflexionando sobre el partido de quidditch. Me ponía nerviosa que fuera mi primer partido, que fuera contra Slytherin,  que todo el equipo rival dispusiera de las escobas más rápidas del mercado. 

Me levanté de la cama, me coloqué mi uniforme del equipo y salí de la habitación con sigilo. Me dirigí hasta la habitación de Katie y Angelina. 

—Hola —saludé viéndolas apartadas en una esquina charlando—. Veo que estáis igual que yo. 

—Ni te imaginas —respondió Angelina. 

Katie y ella se levantaron, caminaron hasta mí y cerraron la puerta detrás de ellas.

—Vayamos a desayunar, con suerte nos calmaremos un poco —propuso Katie bajando las escaleras. 

Cuando faltaba poco para las once, el colegio en pleno empezó a dirigirse hacia el estadio de quidditch. Hacía un día bochornoso que amenazaba tormenta. Cuando Harry y yo íbamos hacia los vestuarios, Ron y Hermione se acercaron corriendo a desearnos buena suerte. Nos vestimos con nuestras túnicas rojas de Gryffindor y luego nos sentamos a recibir la habitual inyección de ánimo que Wood nos daba antes de cada partido.

—Los de Slytherin tienen mejores escobas que nosotros —comenzó—, eso no se puede negar. Pero nosotros tenemos mejores jugadores sobre las escobas. Hemos entrenado más que ellos y hemos volado bajo todas las circunstancias climatológicas («¡y tanto! —murmuró George Weasley—, no me he secado del todo desde agosto»), y vamos a hacer que se arrepientan del día en que dejaron que ese pequeño canalla, Malfoy, les comprara un puesto en el equipo.

—Una buena escoba no hace un buen jugador —comenté.

—¡Así se habla! —chilló Wood sobresaltándome.

—Cuidado que se tatuará esa frase —susurró George en mi oído.

Con la respiración agitada por la emoción, Wood se volvió a Harry.

—Es misión tuya, Harry, demostrarles que un buscador tiene que tener algo más que un padre rico. Tienes que coger la snitch antes que Malfoy, o perecer en el intento, porque hoy tenemos que ganar.

—Así que no te sientas presionado, Harry —le dijo Fred, guiñándole un ojo.

Cuando salimos al campo, fuimos recibidos con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw, cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al equipo de Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y silbidos. La señora Hooch, que era la profesora de quidditch, hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes aprovecharon para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo necesario.

—Cuando toque el silbato —dijo la señora Hooch—: tres..., dos..., uno...

Animados por el bramido de la multitud que nos apoyaba, los catorce jugadores nos elevamos hacia el cielo plomizo. Harry ascendió más que ningún otro, en busca de la snitch.

Katie logró atrapar la quaffle la primera, que se la pasó a Angelina la cual avanzaba rápidamente por el campo. Un jugador de Slytherin le cerró el camino y me lanzó la pelota, la recibí y seguí volando hasta los aros. Me estaba preparando para lanzar cuando dos jugadores del otro equipo se me pegaron en ambos lados y me desviaron sacándome la pelota. Frené a tiempo antes de chocar con una grada llena de alumnos de Ravenclaw.

—¿Queréis jugar sucio? Pues juguemos sucio entonces —comenté volando lo más rápido que puede hacia el movimiento.

Intentábamos a toda costa que marcaran, pero la velocidad de sus escobas y la brutalidad con la que jugaban lo hacía un poco complicado. Por cada punto que lográbamos marcar ellos hacían dos.

MALIA COLLINS Y EL HEREDERO DE SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora