Capítulo 8

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Capítulo 8: Un regreso movidito

La mañana del primero de septiembre nos despertamos con el canto de gallo del despertador de papá, que efectivamente es un gallo. Acomodé las últimas cosas que quedaban en mi baúl y nos dispusimos a salir de casa. Nos metimos en el auto, tardamos como una hora y media en llegar a Londres. 

Íbamos caminando tranquilamente por la estación cuando de repente vimos un montón de cabezas pelirrojas y una pelinegra corriendo hacia el andén. Nos miramos extrañados y revisé el reloj. 

—Demonios, ¡quedan solo cinco minutos para que parta el tren! —chillé saliendo corriendo detrás de los Weasleys. 

Vimos como desaparecían los gemelos y Arthur.

—Yo pasaré con Ginny, y vosotros dos nos seguís —dijo la señora Weasley a Harry y Ron, cogiendo a Ginny de la mano y empezando a caminar. Mamá y papá las alcanzaron.

—¡Vamos, Lia!—gritó papá mientras desaparecía. En un abrir y cerrar de ojos ya no estaban.    

—Todos juntos solo nos queda un minuto—dijo Ron. 

Nos alejamos un poco para coger carrerilla, Harry y Ron iban delante mío, empezaron a correr y yo les seguí el paso y...

¡PATAPUM! 

Sus carritos chocaron contra la barrera y rebotaron, yo al menos, al ir detrás, me dio tiempo a frenar. Harry se cayó junto a su carrito y a Ron se le cayó su baúl.

—¿Qué demonios estáis haciendo? —preguntó un guardia que pasaba por allí.

—He pedido el control del carrito —escuché que respondía Harry entre jadeos. 

Fui a recoger la jaula de Hedwig. El animal seguía dentro de la jaula dando unos terribles chillidos, mientras la recogía se oían murmullos sobre la crueldad animal, los ignoré y me acerqué a mis amigos.

—¿Por qué no hemos podido pasar? —preguntó Harry.

Apoyé mi mano en la barrera, pero no sucedió nada, parecía una simple pared.

—Ni idea —contestó Ron furioso.

Una par de docenas de ojos nos observaban curiosos.

—Perderemos el tren —me quejé.

—No comprendo porqué se ha cerrado la barrera —añadió Ron.

—Tal vez cuando llegas tarde no te deja entrar... —consideré.

—Pero aún no ha partido —habló Harry mirando el gran reloj de la estación, el corazón me latía irregularmente. Diez segundos... nueve segundos...

Vi como el azabache empujaba la barrera con su carrito sin éxito alguno.

Tres segundos... dos segundos... un segundo.

—Ha partido —dijo atónito Ron sacándome de mi trance—. El tren ya a partido. ¿Qué pasará si mis padres no pueden volver a recogernos? O los tuyos —añadió mirándome. Se giró hacia Harry— ¿Tienes algo de dinero muggle?

Él soltó una risa irónica.

—Hace seis años que los Dursleys no me dan paga semanal.

—¿A vosotros os dan paga? —cuestioné desconcertada.

Se encogieron de hombros. Ron pegó la oreja a la fría barrera del andén 9 y 3/4.

—No oigo nada —informó preocupado—.  ¿Qué vamos hacer? No sé cuanto tardarán mis padres en volver a por nosotros.

MALIA COLLINS Y EL HEREDERO DE SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora